jueves, 3 de julio de 2008

NUESTRO HOGAR ESTA ADELANTE

Lectura: Hebreos 11:8-10
Por la fe habitó [Abraham] como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña. . . . --Hebreos 11:9.
Ahora que me acerco al final de la peregrinación de la vida, estoy pensando más como un transeúnte. Supongo que es natural. Abraham primero se describió como «extranjero y peregrino» cuando estaba comprando un lugar para sepultar a Sara (Génesis 23:4). El tiempo y la muerte te hacen pensar en esas cosas.
La mayoría de los creyentes ancianos dicen lo mismo: no hay hogar para nosotros de este lado del cielo. Igual que Cristiano en El peregrino de Juan Bunyan, una vez hemos vislumbrado la ciudad celestial no podemos volver a contentarnos con nada menos. Como Abraham, buscamos una ciudad cuyo constructor es Dios (Hebreos 11:10).
En la obra Lord Of The Rings [El Señor de los anillos] de Tolkien, cuando Frodo y los otros hobbits empiezan su gran aventura cantan: «El hogar queda atrás, el mundo está por delante.» Pero para los cristianos es al revés: el mundo queda atrás; nuestro hogar está adelante.
Allí no hay valle de lágrimas porque Dios «enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado» (Apocalipsis 21:4). Esa promesa hace que la peregrinación actual sea más fácil de soportar.
Puesto de otra manera, es la esperanza de llegar a casa lo que me sostiene. ¡Estoy loco por llegar!
MIENTRAS MÁS DESEES EL CIELO, MENOS DESEARÁS LA TIERRA.

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