Me llamas Maestro, y no tomas ejemplo.
Me llamas la Luz, y no me miras.
Me llamas Camino, y no me sigues.
Me llamas Sabio, y no me preguntas.
Me llamas El Que Ama, y no me amas.
Me llamas el Rico, y no me pides nada.
Me llamas el Eterno, y no me buscas.
Me llamas el Misericordioso, y no confías en mí.
Me llamas el Noble, y no me sirves.
Me llamas el Todopoderoso, y no me honras.
Me llamas el Justo, y no me temes.
Yo te condeno,
y tú no puedes echarme la culpa de nada.
Inscripción en una iglesia de Lübeck, Alemania.
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