Cuando acabó la cena, muchos caballeros regresaron a la sala, entre ellos un joven inglés de buena posición, que acababa de llegar a París para pasar dos semanas de diversión. Mirando los libros vió el himnario, y se dijo a sí mismo: "Moody y Sankey aquí también". Sabía quienes eran porque tenía una hermana cristiana que por el bien del alma de su hermano le había rogado en vano que viniese a sus reuniones varias veces. Cogió el himnario y al abrirlo se encontró el himno
"Noventa y nueve ovejas, sí, en el aprisco están;
mas una sola, sin pastor, por la montaña va;
la puerta de oro traspasó y vaga en triste soledad"
Señor, no bastan para tí, las que mirando estás?
"¡Oh, no!, no bastan", el Pastorresponde con afán,
"y al tenebroso bosque voy, mi pober oveja a rescatar."
No sabe el redimido bien, qué amargo y hondo mar
atravesó su Buen Pastor, llorando de ansiedad
por su ovejuela a quien hallóa punto casi de expirar.
"Mis manos hoy el bosque hirió, con harta crueldad;
mas yo, mi pobre oveja en él, busqué sin descansar;
oveja que hoy estás aquí, vena mis hombros sin tardar."
"Mi cara oveja al fin hallé, mi gozo celebrad".
.Sacred Songs and Solos, núm.97
-"Supongo que Mary diría que ese soy yo" - pensó al leerlo. Rápidamente cerro el libro, pero las palabras del himno no le dejaron. Fue a la ópera esperando olvidarlas, pero no lo consiguió. Pasaron dos o tres días, pero en vano. La letra no se iba de su cabeza. Maldijo el libro. Cuando llegó el tercer día quiso saber como acababa el libro, pero no sabía donde encontrar las estrofas, y al final las encontró en el número 43.
"Noventa y nueve ovejas, sí, en el aprisco están". -"¡Ah! Esa es Mary" - se dijo - "está segura, lo sé, y en el aprisco".
"Pero una sola sin pastor por la montaña va, la puerta de oro traspasó y vaga triste en soledad". -"Ese soy yo" - murmuró. Ya no era un Mary diría. Y entonces se entregó humillado y arrepentido en manos del Buen Pastor.
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