Lectura: Deuteronomio 3:23-29
Pero encarga a Josué, y anímale y fortalécele. . . . --Deuteronomio 3:28.
En Deuteronomio 3 leemos que Moisés alentó a Josué cuando éste estaba a punto de asumir el liderazgo de los israelitas. Sin duda, Josué estaba lleno de temor y sentía que no era adecuado para ocupar el lugar de Moisés. Por tanto, el Señor dijo a Moisés que animara a Josué.
Todos necesitamos una palabra de aliento que nos estimule de vez en cuando, o cuando estamos frente a un desafío nuevo y grande. Pero también necesitamos palabras de agradecimiento y halagos cuando llevamos a cabo nuestras responsabilidades diarias, ya sea en el hogar o en el trabajo.
Cuando un contable de una corporación se suicidó, se hizo el esfuerzo de averiguar por qué. Se examinaron los libros de la compañía, pero no se encontró ninguna falta. No se pudo revelar nada que diera una pista sobre por qué este hombre se quitó la vida. . . hasta que se descubrió una nota. Sencillamente decía: «En 30 años, nunca he recibido una palabra de aliento. ¡Estoy harto!»
Mucha gente anhela alguna pequeña señal de aprobación. Necesitan una palabra de reconocimiento, una sonrisa de amor, un caluroso apretón de manos y una expresión honesta de agradecimiento por el bien que vemos en ellos o en su trabajo.
Cada día, propongámonos alentar (no adular) al menos a una persona. Hagamos nuestra parte para ayudar a aquellos que nos rodean y que se mueren por recibir aliento.
Pero encarga a Josué, y anímale y fortalécele. . . . --Deuteronomio 3:28.
En Deuteronomio 3 leemos que Moisés alentó a Josué cuando éste estaba a punto de asumir el liderazgo de los israelitas. Sin duda, Josué estaba lleno de temor y sentía que no era adecuado para ocupar el lugar de Moisés. Por tanto, el Señor dijo a Moisés que animara a Josué.
Todos necesitamos una palabra de aliento que nos estimule de vez en cuando, o cuando estamos frente a un desafío nuevo y grande. Pero también necesitamos palabras de agradecimiento y halagos cuando llevamos a cabo nuestras responsabilidades diarias, ya sea en el hogar o en el trabajo.
Cuando un contable de una corporación se suicidó, se hizo el esfuerzo de averiguar por qué. Se examinaron los libros de la compañía, pero no se encontró ninguna falta. No se pudo revelar nada que diera una pista sobre por qué este hombre se quitó la vida. . . hasta que se descubrió una nota. Sencillamente decía: «En 30 años, nunca he recibido una palabra de aliento. ¡Estoy harto!»
Mucha gente anhela alguna pequeña señal de aprobación. Necesitan una palabra de reconocimiento, una sonrisa de amor, un caluroso apretón de manos y una expresión honesta de agradecimiento por el bien que vemos en ellos o en su trabajo.
Cada día, propongámonos alentar (no adular) al menos a una persona. Hagamos nuestra parte para ayudar a aquellos que nos rodean y que se mueren por recibir aliento.
UNA PALABRA DE ALIENTO PUEDE MARCAR LA DIFERENCIA ENTRE DESISTIR O CONTINUAR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario