Lectura: Lucas 4:14-22
Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. --1 Timoteo 1:15.
David Herwaldt, un reflexivo y meditabundo pastor amigo mío, estaba muriendo lentamente después de 50 años de fiel ministerio. Muchas veces habló conmigo de la naturaleza de Dios y la eternidad en la que pronto entraría. Nos dimos cuenta de que sólo teníamos una comprensión superficial de estos misterios, pero no nos sentimos perturbados. Sabíamos que Dios nos había rescatado de nuestro pecado y nuestra culpa, y nos regocijamos en nuestra salvación. Teníamos todo lo que necesitábamos para obedecer al Señor con gusto, vivir con confianza, y servirle con gratitud.
Cuando nos sentimos perturbados por nuestra incapacidad de contestar las preguntas más inquietantes de la vida debemos recordar que Cristo no vino a satisfacer nuestra curiosidad. Más bien nos vio caídos y heridos, y vino a levantarnos y a sanarnos.
Cuando Jesús leyó Isaías 61:1-2 a la gente que se encontraba en la sinagoga (Lucas 4:16-21), se presentó a Sí mismo como el Mesías prometido cuyo propósito principal al venir era espiritual. Vino a librarnos de lo irremediable de nuestra pobreza espiritual, a liberarnos de las cadenas de nuestra culpa, a sanar la ceguedad que nos causó el pecado, y a librarnos del poder esclavizante del pecado.
Por tanto, confiemos en Él y hagamos de obedecerle nuestra meta más alta. Este es el camino a una vida de gratitud, gozo y esperanza. Las respuestas pueden esperar.CRISTO NO VINO A SATISFACER NUESTRA CURIOSIDAD, SINO A SALVAR NUESTRAS ALMAS.
Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. --1 Timoteo 1:15.
David Herwaldt, un reflexivo y meditabundo pastor amigo mío, estaba muriendo lentamente después de 50 años de fiel ministerio. Muchas veces habló conmigo de la naturaleza de Dios y la eternidad en la que pronto entraría. Nos dimos cuenta de que sólo teníamos una comprensión superficial de estos misterios, pero no nos sentimos perturbados. Sabíamos que Dios nos había rescatado de nuestro pecado y nuestra culpa, y nos regocijamos en nuestra salvación. Teníamos todo lo que necesitábamos para obedecer al Señor con gusto, vivir con confianza, y servirle con gratitud.
Cuando nos sentimos perturbados por nuestra incapacidad de contestar las preguntas más inquietantes de la vida debemos recordar que Cristo no vino a satisfacer nuestra curiosidad. Más bien nos vio caídos y heridos, y vino a levantarnos y a sanarnos.
Cuando Jesús leyó Isaías 61:1-2 a la gente que se encontraba en la sinagoga (Lucas 4:16-21), se presentó a Sí mismo como el Mesías prometido cuyo propósito principal al venir era espiritual. Vino a librarnos de lo irremediable de nuestra pobreza espiritual, a liberarnos de las cadenas de nuestra culpa, a sanar la ceguedad que nos causó el pecado, y a librarnos del poder esclavizante del pecado.
Por tanto, confiemos en Él y hagamos de obedecerle nuestra meta más alta. Este es el camino a una vida de gratitud, gozo y esperanza. Las respuestas pueden esperar.CRISTO NO VINO A SATISFACER NUESTRA CURIOSIDAD, SINO A SALVAR NUESTRAS ALMAS.
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