jueves, 17 de abril de 2008

EN CALIDAD DE PRESTAMO

Lectura: Salmo 89:5-12
A los ricos . . . enséñales que . . . pongan su esperanza en . . . Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. --1 Timoteo 6:17.
Estoy rodeado a diario de cosas que no me pertenecen, y sin embargo, las llamo mías. Por ejemplo, me refiero a la computadora que estoy usando como «mi Mac». Hablo de «mi oficina», «mi escritorio» y «mi teléfono». Pero ninguno de esos equipos me pertenece. Son míos para que los use, pero no para que me quede con ellos. Cuando los Ministerios RBC «me los dieron», ambos sabíamos lo que significaba: era un préstamo.
Este tipo de situación no es única de las relaciones entre patronos y empleados. Esto sucede con todos nosotros y con las cosas que llamamos nuestras. Cuando hablamos de nuestra familia, nuestra casa o nuestro auto, estamos hablando de personas y cosas que Dios nos ha permitido disfrutar mientras estamos aquí en la tierra, pero que en realidad le pertenecen a Él. Nota la alabanza del salmista a Dios: «Tuyos son los cielos, tuya también la tierra» (Salmo 89:11).
Entender quién en realidad es el dueño de todo lo que poseemos debería cambiar nuestra manera de pensar. Así como soy consciente de que RBC me deja usar su equipo para ayudarme a hacer mi trabajo más eficientemente, así debemos ser conscientes de que todo lo que tenemos nos es dado para servir al Señor.
Nuestro tiempo, talento y posesiones son todos un préstamos de Dios para que podamos hacer Su obra eficazmente.
TODO LO QUE POSEEMOS EN REALIDAD ES UN PRÉSTAMO. . . DE DIOS.

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