Lectura: Isaías 55:1-6.
"Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" Romanos 10:13
Supón que te llevan de emergencia al hospital donde un médico te examina y te informa que estás gravemente enfermo. Dice que vas a morir a menos que recibas el tratamiento adecuado. Después, te receta un medicamento y agrega: "Si toma esto, le garantizo que se va a curar".
Ahora bien, ¿qué tienes que hacer? ¿Piensas que deberías quedarte acostado, creer que el médico diagnosticó tu enfermedad correctamente y que la receta sin duda va a curarte? No, eso no sería suficiente. Si quieres vivir, tienes que tomar la medicina.
Lo mismo sucede con la salvación. Puedes creer todo lo que dice la Biblia sobre Cristo; que murió por tus pecados y que resucitó de los muertos. Pero si te niegas a "tomarlo", es decir, a confiar en Él y en la obra que hizo por ti en la cruz, estarás tan perdido como si no lo hubieras negado abiertamente.
La fe que salva no es simplemente admitir que ciertas cosas sobre Cristo son ciertas. Es aceptar en forma personal el remedio de Dios para el pecado; confiarle el destino de tu alma para toda la eternidad. Significa decir: "Sálvame, Señor Jesús. Creo que puedes hacerlo y que lo harás". En esto consiste "tomar la medicina": ¡recibir a Jesucristo! ¿Lo has hecho? Si aún no tomaste esta decisión, hazlo ahora mismo.
La fe no es solo creer que Jesús puede salvarte; es pedirle que lo haga.
"Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" Romanos 10:13
Supón que te llevan de emergencia al hospital donde un médico te examina y te informa que estás gravemente enfermo. Dice que vas a morir a menos que recibas el tratamiento adecuado. Después, te receta un medicamento y agrega: "Si toma esto, le garantizo que se va a curar".
Ahora bien, ¿qué tienes que hacer? ¿Piensas que deberías quedarte acostado, creer que el médico diagnosticó tu enfermedad correctamente y que la receta sin duda va a curarte? No, eso no sería suficiente. Si quieres vivir, tienes que tomar la medicina.
Lo mismo sucede con la salvación. Puedes creer todo lo que dice la Biblia sobre Cristo; que murió por tus pecados y que resucitó de los muertos. Pero si te niegas a "tomarlo", es decir, a confiar en Él y en la obra que hizo por ti en la cruz, estarás tan perdido como si no lo hubieras negado abiertamente.
La fe que salva no es simplemente admitir que ciertas cosas sobre Cristo son ciertas. Es aceptar en forma personal el remedio de Dios para el pecado; confiarle el destino de tu alma para toda la eternidad. Significa decir: "Sálvame, Señor Jesús. Creo que puedes hacerlo y que lo harás". En esto consiste "tomar la medicina": ¡recibir a Jesucristo! ¿Lo has hecho? Si aún no tomaste esta decisión, hazlo ahora mismo.
La fe no es solo creer que Jesús puede salvarte; es pedirle que lo haga.
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