Lectura: Salmo 119:1-8.
"¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!" Salmo 119:5
Un conductor que ignora las señales de tránsito es "un accidente a punto de ocurrir". Toda persona que pasa en rojo o que para distraída con la luz verde es un peligro para sí misma y para los demás. Aunque puede ser molesto encontrar muchos semáforos en rojo cuando uno tiene prisa, un accidente podría causar mucho más dolor.
Hace varios años, me alegré mucho cuando vi que, por fin, habían colocado una señal de tránsito en una esquina particularmente frustrante para mí. Esperar a veces porque el semáforo está en rojo es ahora un placer, al menos en esa intersección que me trae tan malos recuerdos.
Las Escrituras también tienen algunos "semáforos rojos" que deben controlar nuestra vida cristiana. Son las prohibiciones referentes a la envidia, el orgullo, el odio, la irreverencia, la lascivia y el egoísmo. Cuando el Espíritu Santo nos alerta porque están presentes, debemos frenar de inmediato. Asimismo, a medida que entramos en el tránsito intenso del diario vivir, debemos reaccionar rápidamente y obedecer las señales "verdes" de amabilidad, humildad, amor, adoración y pureza.
Las detenciones y los avances indicados por Dios procuran ayudarnos. Deberíamos tener el mismo miedo de ignorar un mandato de las Escrituras que de cruzar un semáforo en rojo.
Las señales de las Escrituras están para protegernos, corregirnos y guiarnos.
"¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!" Salmo 119:5
Un conductor que ignora las señales de tránsito es "un accidente a punto de ocurrir". Toda persona que pasa en rojo o que para distraída con la luz verde es un peligro para sí misma y para los demás. Aunque puede ser molesto encontrar muchos semáforos en rojo cuando uno tiene prisa, un accidente podría causar mucho más dolor.
Hace varios años, me alegré mucho cuando vi que, por fin, habían colocado una señal de tránsito en una esquina particularmente frustrante para mí. Esperar a veces porque el semáforo está en rojo es ahora un placer, al menos en esa intersección que me trae tan malos recuerdos.
Las Escrituras también tienen algunos "semáforos rojos" que deben controlar nuestra vida cristiana. Son las prohibiciones referentes a la envidia, el orgullo, el odio, la irreverencia, la lascivia y el egoísmo. Cuando el Espíritu Santo nos alerta porque están presentes, debemos frenar de inmediato. Asimismo, a medida que entramos en el tránsito intenso del diario vivir, debemos reaccionar rápidamente y obedecer las señales "verdes" de amabilidad, humildad, amor, adoración y pureza.
Las detenciones y los avances indicados por Dios procuran ayudarnos. Deberíamos tener el mismo miedo de ignorar un mandato de las Escrituras que de cruzar un semáforo en rojo.
Las señales de las Escrituras están para protegernos, corregirnos y guiarnos.
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