Lectura: Hebreos 4:14-16.
"[Jesús], cuando la maldecían, no respondía con maldición..." 1 Pedro 2:23
Una vez oí a un escéptico decir que si Jesús realmente era el Hijo de Dios, tal vez le haya resultado más fácil soportar Sus sufrimientos. Este comentario me hizo volver a examinar los Evangelios. Mientras repasaba las cosas increíbles que Jesús hizo y dijo para llevar a cabo nuestra gran salvación, también observé una serie de elementos que no utilizó y que son igualmente vitales para nuestra salvación:
Jesús no exigió hacer Su propia voluntad (Mateo 26:39). No llamó legiones de ángeles para que lo rescataran (v. 53). No se defendió ni amenazó a Sus acusadores (27:12-14). No se salvó a sí mismo (Marcos 15:31). No bajó de la cruz (v. 32). No dejó de amar ni de salvar a los pecadores (Lucas 23:43).
Como Jesús podría haber hecho estas cosas, eso intensificó Su agonía y lo tentó aún más para que usara Su poder para beneficio propio. Pero no lo hizo. Por el contrario, utilizó Su poder para beneficiarnos a nosotros. Esto se describe en Hebreos 4:15 y 16, al decir que Jesús fue tentado así como nos sucede a nosotros... excepto que Él no pecó. Por esta razón, puede "compadecerse de nuestras debilidades" (v. 15). En consecuencia, podemos acercarnos con confianza a Su trono para "hallar gracia para el oportuno socorro" (v. 16).
Cualquiera que sea hoy tu necesidad, Jesús quiere que vayas y utilices plenamente ese privilegio.
Toda tentación es una ocasión para confiar en Dios.
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