De cada animal hemos extraído alguna lección aplicable a nuestra vida. Y ahora nos toca observar a aquella gallina, que debajo de la cual se habían colocado varios huevos de pato para que los empollara. A su debido tiempo nacieron los patitos, y comenzaron a dar sus paseos acompañados de la gallina. La gallina madre no se explicaba por qué sus polluelos eran tan diferentes de ella. Y ocurrió que cierto día llegaron a las cercanías de un estanque, y los patitos, instintivamente, se fueron en línea recta hacia el agua. ¿No llevamos los seres humanos, también por instinto, a Dios en el alma?. Negar su existencia equivaldría a desnaturalizarnos. Sería resistirnos a aceptar algo que de todos modos se impone en el corazón. El rey David declaró que Dios estaba ” Impuesto ” en todos sus caminos, y que no importaba adonde fuera, allí advertía la presencia divina. Cierto filósofo francés afirmaba que los hombres creen en Dios sólo porque se les inculca esta creencia desde niños. Y para demostrar su pensamiento, llevo a un niño a su finca para educarlo con la orden expresa de que nadie le hablara de Dios. Pero al poco tiempo de iniciada su educación atea, el filósofo encontró al niño cierta mañana mirando fijamente hacia el sol naciente, y diciendo estas palabras: “¡Cuán hermoso eres, OH sol!, Sí, la convivencia de la existencia de Dios forma parte de nuestra naturaleza. Es un instinto humano, como lo reveló el niño de este experimento; o como lo ilustraron los patitos de la historia. Por instinto, la gallina permaneció en tierra seca, y por igual razón los patitos se vieron atraídos por el agua. Mientras el sol mantenga su brillo; mientras la tierra siga girando sobre su eje; mientras las nubes del cielo nos regalen su lluvia; mientras tengamos aire para llenar nuestros pulmones; mientras nuestro corazón siga latiendo…..Mientras ocurra todo esto, podremos saber que Dios existe. y que, |
miércoles, 9 de marzo de 2011
LA GALINA Y LOS PATITOS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario