viernes, 10 de junio de 2011

CRITERIO PARA ELEGIR


Hace un tiempo atrás me llamó la atención el comentario que hizo una mujer acerca de cómo les había enseñado a sus hijos a elegir. Según su criterio, los niños debían “separar para luego elegir”. Usted se preguntará cuál tendría que ser el criterio del niño para separar; muy simple, ella argumentó que debían separar según “sus propios gustos”. Por ejemplo, sus hijos estaban autorizados para mirar por la noche un programa popular de televisión –con contenido poco adecuado para menores de edad– y ellos podían cambiar la señal televisiva sólo cuando algo del programa no les gustara. También debían hacer lo mismo con los alimentos, es decir, si algo no les gustaba, podían dejar el plato de comida, aunque éste estuviera servido sobre la mesa.

Seguramente esta mujer desea lo mejor pa ra sus hijos y anhela que puedan vivir libremente, pero debemos decir que ese criterio de enseñanza, “separar –según los gustos– para luego elegir”, no conduce a la verdadera libertad. Esto no significa que se deban eclipsar los gustos, sino que es necesario establecer un cimiento sólido que les dé a los niños argumentos a la hora de elegir.

Como cristianos creemos que ese criterio es la Palabra de Dios.

La Biblia nos habla de instruir al niño en el camino correcto: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Pr 22:6, NVI). Cada día Dios nos da una oportunidad para construir con nuestros niños una pequeña parte del fundamento sólido que los sostendrá en el momento de las elecciones. Esto requiere tiempo y compromiso. Una oración, un devocional compartido, una pequeña enseñanza bíblica a través de ejemplos simples y cotidianos, una acción conjunta para beneficiar a otros o las respuestas a sus inquietudes –a la lu z de la Palabra de Dios–, pueden ser valiosas rocas que les ayudarán a construir ese fundamento.

Jesús les dedicaba tiempo. “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él” (Lucas 18:16-17, NVI). El corazón de un niño recibe la Palabra de Dios con amor, simpleza y sin demasiados planteos, porque les da seguridad y firmeza, los ayuda a construir argumentos y los protege de la indefensión en la que muchos de ellos viven.

A diferencia del criterio de los gustos, los valores del Reino de Dios les dan a los niños confianza para saber qué es lo que conviene y lo que no. “Todo está permitido, pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no todo es constructivo” (1 Corintios 10:23, NVI).

¿Con qué criterio les estamos enseñando a nuestros niños a elegir? Es importante que nos detengamos a pensar en esto, pues ellos necesitan crecer con solidez.
Patricia Götz

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina

www.iglesialatina.org
PCG

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