miércoles, 30 de marzo de 2011

¡DIOS TE NECESITA!

Lectura: Marcos 11:1-7.
"Si alguien os dijere; ¿Por qué hacéis esto? decid que el Señor lo necesita" Marcos 11:3
Para Su entrada triunfal en Jerusalén, Jesús escogió un burro como transporte real. Les indicó a los discípulos que dijeran: «El Señor lo necesita» (Marcos 11:3). ¿No es asombroso que el Hijo de Dios haya utilizado un medio tan insignificante para llevar a cabo Sus propósitos? Sobre este concepto, Alexander Maclaren comenta: «Cristo se acerca a nosotros de manera similar y deja de lado todas nuestras oportunas excusas. Él dice: “Te quiero a ti, y eso basta”».
¡Piénsalo! ¡El Creador del universo nos necesita y desea ubicarnos dentro de Su plan eterno! Aunque es todopoderoso e independiente de toda criatura, ha decidido llevar a cabo Sus planes mediante instrumentos humanos insignificantes. De no ser así, nos habría llevado al cielo tan pronto como fuimos salvos por Su gracia.
Alguien le preguntó a San Francisco de Asís cómo podía hacer tantas cosas. Él respondió: «Quizá esta sea la razón: El Señor miró desde el cielo hacia abajo y dijo: “¿Dónde puedo encontrar al hombre más débil y pequeño de la tierra?”. Después me vio y agregó: “Lo encontré. Obraré a través de él, y él no se enorgullecerá por eso, sino que verá que sólo lo utilizo porque es insignificante”».
¡Tal vez te consideres pequeño, pero Dios te necesita!
Dios está buscando personas comunes para hacer obras fuera de lo común.

domingo, 27 de marzo de 2011

TODO LO PUEDO EN CRSTO QUE ME FORTALECE

AMAR A DIOS

Lectura: 1 Juan 4:7-21.
"Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros" 1 Juan 4:11
Poco después de casarnos, yo pensé que conocía el atajo exacto para llegar al corazón de mi esposa. Una noche, llegué a casa con un ramo de una docena de rosas escondido tras mis espaldas. Cuando le di las flores a Martie, ella me agradeció gentilmente, olió el perfume y las llevó a la cocina. Lejos estaba de la reacción que yo había esperado.
Esta fue una lección introductoria sobre la realidad de que las flores no son el lenguaje fundamental del amor para ella. Si bien valoraba el gesto, mentalmente había calculado el costo de un costoso ramo de flores… ¡no apto para el presupuesto de una joven pareja que estudiaba en un seminario! Luego, con el paso de los años, descubrí que a ella le interesa que yo pase más tiempo con ella y que la atienda. Cuando me dedico a ella de manera ininterrumpida y atenta, entonces se siente realmente amada.
¿Alguna vez te preguntaste cómo quiere Dios que le demostremos nuestro amor? Obtenemos una pista al leer: «El que ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Juan 4:21). Es así de simple. Una de las formas principales de demostrar nuestro amor a Dios es amando a nuestros hermanos y hermanas en Cristo. El amarnos auténticamente unos a otros complace a nuestro Padre celestial.
Por eso, busquemos oportunidades de decirle a Jesús que lo amamos. Vale infinitamente la pena, no importa cuánto cueste.
Para mostrar que amas a Dios, comparte tu amor con los demás.

viernes, 25 de marzo de 2011

EL DIÁLOGO SILENCIOSO

Aquel fue un diálogo dramático. Una vida estaba en juego. Fue un diálogo sobrecargado de emoción. Un diálogo en la cornisa de un edificio de Nueva York, a veinte pisos de altura. Fue, sin embargo, un diálogo totalmente silencioso.

Lo sostuvo Lillian Pérez, una señorita hispana de diecisiete años de edad, con Nicole Dean, una niña negra de la misma edad. Nicole había sufrido varios desengaños y, desesperada de la vida, intentaba suicidarse.

Como Nicole era sordomuda, Lillian, que practicaba el lenguaje de gestos, tras dos horas de arduos intentos logró su objetivo. No gritaron en ningún momento. Fue un diálogo de vida o muerte, dramático, serio, pero sin que se emitiera sonido alguno. Al fin las dos bajaron juntas de la cornisa del edificio, salvas y sanas.

Un diálogo, para tener intensidad, no precisa de gritos. Los gritos, más bien, enturbian la comunicación. Si dos personas que quieren dialogar se acaloran, en lugar de dar razones, dan insultos; y en lugar de comunicarse, cierran la puerta.

¿En dónde se ve más esto? En las comunicaciones entre marido y mujer. Si dialogaran sin esa emoción mórbida que añade el grito, y especialmente sin los golpes físicos que a veces acompañan la emoción, lo cual es imperdonable, se entenderían. El diálogo en paz y en armonía traería el provecho que se busca.

Por algo será que San Pablo recomienda que se elimine toda gritería. «Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias», les dice a los efesios (Efesios 4:31). Esas emociones envenenan la comunicación, mientras que las palabras delicadas suavizan toda conversación, y la armonía y el bien surgen de ellas.

¿Cómo hallar calma en medio de la tormenta? En primer lugar, ningún capitán levanta velas cuando ruge la tempestad. Antes de entablar alguna comunicación que pueda ser seria, esperemos que nuestros ánimos estén tranquilos. Ceder, para mantener la paz y por amor al cónyuge, es mil veces más importante y muestra mayor madurez que salir ganando en cualquier altercado.

Además, hablar con calma produce mucho mejor efecto. Así es como Dios habla con nosotros. Por cierto, un diálogo con Cristo les da a todos los demás diálogos de nuestra vida el provecho que buscamos.

Cristo quiere conversar con nosotros. Aceptemos su invitación. Él nos dará la paz que traerá armonía a todas nuestras relaciones. Recibamos la paz de Dios.

Hermano Pablo

DENUCIO EL PECADO

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Santiago 1:12-18


Si hermanos; quiero d enunciar el pecado, en primer lugar denuncio el pecado en mi vida, aunque confieso también que hago todo lo que puedo para vivir en forma que agrada a Dios; he decidido vivir en santidad. Es decir, quiero ser un hombre que busque andar en santidad, ¿qué quiere decir esto? quiero transitar el camino de la santidad, este es el que nos lleva sencillamente a apartarnos de las cosas que no agradan a Dios.

Denuncio que el pecado está propicio, siempre, a poner trampa, se esconde de manera que a veces no le vemos, nos confundimos y hasta nos equivocamos pensando que es bueno.

Denuncio que en la Iglesia hay pecado, escondido, camuflado, personas que consiente e inconscientemente, dan lugar y usan la casa de Dios para sembrar el pecado.

Denuncio que hay personas que vienen a la Iglesia a promover sus más bajos instintos, pretenden seducir, mintiendo y abusando de personas que de verdad vienen a buscar a Dios con sinceridad.
Denuncio que hem os sido demasiados considerados y hemos dado lugar a esto, no defendiendo la casa de Dios y sus hijos.

Denuncio al pecado en todas sus formas y deseo descubrirlo para poder deshacerme y deshacernos de él.
Declaro que si no hacemos algo al respecto nuestra vida será reducida a sólo instintos pecaminosos, que tienen por obra reducirnos a la frustración.

No sólo denuncio al pecado sino que sé por la palabra de Dios en qué forma se mete en nosotros y voy hoy a describirlo.

La corona en la mente.

He descubierto por la Palabra de que manera pecamos.
Está claro que Dios no nos tienta, porque el mismo no puede ser tentado por el mal así dice el texto en Santiago que leímos al principio.
Sino que cuando nuestros deseos (que se manifiestan en nuestra mente primeramente) se ponen en marcha, nos lleva al grado de cometer las acciones que no queremos pero…. que deseamos. ¿Porque las deseamos? por que las hemos rea lizado en nuestra mente primeramente, esto es el deseo.

En nuestra mente se posa una corona que reina y domina el nuestro pensamiento. Es algo así que nos ponemos las coronas y nos vestimos de ellas y estas gobiernan nuestros pensamientos.

Mire, me voy a poner una corona: Estuve pensando que este hermanito últimamente me ha estado mirando mal, ¿qué le habré hecho yo a él? Ahhhh, si ahora me acuerdo que hace una semanas, ocurrió que…. Y empezamos a inflar la rueda. Usted ya no puede pensar en forma clara. Ya tiene la corona de la discordia puesta.
¿Otro ejemplo? Claro si que de esto tengo para hacer dulce mi amigo.

Para los varones; los mensajes de la propaganda nos dicen que las mujeres bellas son tales o cuales, comenzamos a mirar en la internet y que paso, buscamos, buscamos y no nos satisfacemos ¿y por qué?, porque es mentira. Usted ya tiene la corona de la lujuria puesta. No le dejará pensar más hasta que usted no r ealice eso y busca realizar algo de lo cual usted ha hecho con sus pensamientos y está viendo con sus ojos.
De la realización de nuestra mente hasta la realización del hecho hay un solo paso que es la oportunidad de hacerlo.

Pero no todo tiene que ver con pecado sexuales, mire esta coronita que tengo aquí.
Usted comienza a discutir con su esposa amada y que pasa, ya se puso la corona de la discordia matrimonial de las miles de palabras que se han dicho las últimas semanas y claro va a discutir por semanas enteras.

Aquí va otra mire: Usted tiene que hacer las cuentas y conoce la forma de mentir engañar y robar y se pone la corona de la mentira que dice: “ No soy un tonto si todos roban yo también”

Estas coronas son demoniacas, los demonios hacen de ellas herramientas increíbles para que el hombre este atada a ellas.

Son no solos demonios sino actúan como espíritus que tienen un nombre que por lo gene ral se llaman como lo que generan.
Espíritu de mentira, temor, maldad, basura sexual, etc.

Entonces estos se posicionan en lugares estratégicos, no solo en vuestra mente sino en vuestra casa, en vuestras computadoras, en el lugar de trabajo, etc.

¿Qué hacer?

Sáquese la corona de porquería que tiene en la cabeza. Deje de culpar al mundo de la basura que usted mismo se ha puesto en la cabeza.

Mire lo que le voy a decir: Si usted está haciendo algo que no es la voluntad de Dios, no le busque más la vuelta al asunto, arrepiéntase, sáquese la corona de rebeldía y póngase una corona de santidad.
Este pasaje nos abre un camino en la oscuridad.

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Ro 12:2

No se conforme, o mejor dicho no se deje conformar por la corona que le está intentando posarse en su cabeza.
Transforme dando lugar al entendimiento por medio de una corona de Justicia, santidad y verdad.

Mire la voluntad del Padre y renuncie a la suya este paso es sumamente importante para poder tener un verdadero cambio.

Mentes atadas

Yo sé que hay hoy mentes atadas y tan atadas que tienen la corona soldad en la cabeza. Desate ese pensamiento venenos. Usted tiene un Tsunami de basura en su mente. Deseche esos espíritus de maldad de su mente que pretende gobernar sus pensamientos y actos. Rechácelos y póngase una corona de la palabra de Dios. Que de paso le hará muy bello a los ojos de Dios.
Pastor José Luis Malnis

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org

Lic. José Luis Malnis
ElPastor

¡PEOR IMPOSIBLE!

Lectura: Job 1:13-22.
"Me probará, y saldré como oro" Job 23:10
Cuando enseñaba en una escuela bíblica en una ciudad muy grande, a veces corregía las tareas de los alumnos en un patio de comidas, mientras aguardaba el tren para ir a casa. Un día, golpeé accidentalmente mi taza de café, y todo el contenido cayó dentro de mi portafolio.
En la mayoría de las grandes ciudades, donde están las personas que viajan diariamente a sus trabajos, hay un lugar reservado y tranquilo. Sin embargo, el ruido del café al caer fue tan tremendo que no pasó desapercibido. Entonces, un hombre que estaba sentado cerca, dijo bien alto: «¡Peor imposible!».
Desde luego, ese comentario fue exagerado. Sin embargo, todos le tememos a algún tema en particular: la decadencia económica, la muerte de un hijo o de un cónyuge, el cáncer o cualquier otra pérdida o dificultad.
El libro de Job es un ejemplo de peor imposible. No obstante, Job evaluó sabiamente la función de Dios en medio de las pruebas relacionadas con pérdidas y una salud quebrantada: «Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro» (Job 23:10). Esta sabia declaración nos enseña dos lecciones importantes: (1) Aquello que tememos que suceda puede ser usado para probar nuestro carácter y para fortalecernos; y (2) Dios proveerá la fortaleza y el consuelo necesarios para que salgamos adelante.
Aférrate a Dios. Él prometió obrar a tu favor, aun cuando todo se torne peor imposible.
El Dios viviente puede quitarnos el temor a la vida.

martes, 22 de marzo de 2011

1 DE CORINTIOS 4:15



PADRES SIN NIÑOS Y NIÑOS SIN PADRES

Eran cinco parejas suecas. Cinco parejas de matrimonios jóvenes. Cinco parejas que, a pesar de provenir de distintos lugares y distintas capas sociales, llevaban un mismo rumbo y los guiaba una misma intención.

Estas cinco parejas de matrimonios sin hijos iban para Colombia, en un vuelo de Avianca, a fin de adoptar como hijos a cinco niños colombianos. Era pura casualidad que las cinco parejas tomaran el mismo vuelo. Cada pareja había esperado tres años para que llegara el ansiado momento.

Pero el destino dispuso otra cosa. El avión de Avianca se estrelló en las afueras del aeropuerto de Madrid el domingo 27 de noviembre de 1983. Las cinco parejas murieron en el accidente. Ellas quedaron para siempre sin hijos. Y cinco niños colombianos quedaron sin padres.

La vida está llena de planteos sin solución y de preguntas sin respuesta. Uno podría pensar: si estas cinco parejas de matrimonios jóvenes, ansiando tener un hijo adoptivo, hacían el sacrificio de volar de Suecia a Colombia, de invertir grandes sumas de dinero y de abrir su corazón generosamente a un niño extraño, ¿no debieron haber tenido un final mejor?

¿Por qué tuvieron que tomar precisamente ese avión fatal? ¿Por qué tuvieron que escoger precisamente ese día para volar, pudiendo volar en cualquier otro? ¿Por qué no adoptaron niños de Suecia, que hay muchos, y les habría salido más económico y más fácil, y no ir a buscar niños a Colombia, haciendo un viaje tan largo y con el resultado que tuvieron?

Podemos multiplicar los interrogantes hasta el infinito. Podemos dibujar un gesto amargo en la boca y protestar contra Dios, que es contra quien casi siempre protestamos. Aun podemos musitar una blasfemia.

Sin embargo, ninguna de esas reacciones demostraría sabiduría. No vale la pena enojarse contra hechos cuya razón profunda escapa a nuestros sentidos. Hay hechos incomprensibles, es cierto; hay sucesos que nos parecen terriblemente injustos, es verdad. Pero por encima de todas estas complejidades ingobernables de la vida, hay siempre un Dios de orden y justicia, y Él sabe por qué permite lo que permite.

La fe en un Dios que es Padre bondadoso nos ayuda, si no a entender el porqué de todas las desgracias que nos ocurren, a hallar la resignación, la fortaleza y el estímulo necesarios para seguir adelante. Más vale que invoquemos a Cristo en el momento de dolor incomprensible.

Hermano Pablo

CONFIANZA

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3.

Los dos últimos años fueron muy difíciles para Jaime. Desempleado, con la autoestima por el suelo y el hogar al borde del colapso, no resistió a la tentación de encaminarse por las tenebrosas avenidas de la deshonestidad. Al principio, todo iba bien. En pocos meses, había logrado ganar lo que no pudo percibir honestamente en varios años. Con dinero en el bolsillo, aparentemente su vida volvió a la normalidad. Tuvo paz exterior. Pero, pasaba noches enteras sin dormir, castigado por el peso de la culpa. A pesar de ello, Creyó que valía la pena.


Repentinamente, cuando pensaba que nadie lo descubriría, su delito se hizo de conocimiento público y, además de la vergüenza y el escándalo, acabó en prisión.
La paz que el profeta menciona, en el texto de hoy, no es la paz del cuerpo sino del alma. La paz que realmente vale. Aquella que organiza tu mundo interior y te prepara para los embates de la vida.


Es lamentable que, a veces, el ser humano confunda las cosas. Busca la paz exterior a cualquier costo, aunque para eso tenga que violar la propia consciencia. Después, en el silencio de su insomnio, no se explica lo que sucede; solo sabe que algo lo perturba por dentro, lo hace infeliz. Es como el martillo que golpea sin parar, incomodando, hiriendo, asfixiando.


El profeta Isaías habla hoy acerca de la paz que nace de la confianza en alguien que nuca falla. Menciona la perseverancia como condición para recibir esa paz. Dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera”. Perseverar, en el original hebreo, es camak, que literalmente significa “descansar la mente en algo”.


Yo sé que es difícil descansar cuando el mar a tu alrededor está agitado. Cuando no hay dinero para atender las necesidades de la familia; cuando la enfermedad toca a la puerta o la muerte te merodea. Sin embargo, el consejo del profeta no falla: en los momentos más difíciles, coloca la mente en Dios y descansa en él, aunque aparentemente nada ocurra, aunque te parezca infantil.


No desistas. Lo primero que Dios hará en tu vida es colocar paz en tu corazón, y después, curado de tus ansiedades, él te usará a ti mismo como el instrumento poderoso para hacer maravillas.


Por eso hoy, aunque solo veas sombras en tu entorno, parte hacia la lucha recordando que Dios “guardará en perfecta paz a los que en Él perseveran”.

lunes, 21 de marzo de 2011

LECHE PURA

Lectura: Hechos 15:1-11,19-21.
"Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación" 1 Pedro 2:2
Hace poco, descubrí que algunos productores lecheros chinos diluían la leche vacuna agregándole un producto químico industrial llamado melamina. Le agregaban este componente porque incrementaba artificialmente el contenido proteico. Varios niños murieron y otros se enfermaron gravemente. Esta clase de adulteración no es nada nuevo. En otros países, la melamina se ha estado agregando con igual propósito al alimento para animales durante más de 40 años, lo cual produjo la muerte de muchos de ellos.
Otro tipo de adulteración se observa cuando la gente agrega cosas a la Palabra de Dios, «la leche espiritual no adulterada», como la describió Pedro (1 Pedro 2:2). La expresión no adulterada significa «pura» o «sin contaminación». La iglesia primitiva tuvo que ocuparse de aquellos que consideraban que la circuncisión era necesaria para la salvación (Hechos 15:1). Esa idea fue rechazada porque no estaba de acuerdo con la Palabra de Dios, que dice que la salvación es únicamente por gracia. Pedro alentó a sus hermanos en el Señor, diciéndoles: «¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo […]? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos» (Hechos 15:10-11).
Examina minuciosamente cualquier enseñanza que te exija hacer más de lo que dice la Palabra de Dios. De lo contrario, puede ser mortal para tu bienestar espiritual.
La Palabra de Dios no necesita adiciones ni sustracciones.

domingo, 20 de marzo de 2011

¿QUIEN ERES?

Lectura: Mateo 4:18-25.
"Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres" Mateo 4:19
Si alguien te preguntara, "¿quién eres?", supongo que le contarías un poco de ti y de lo que haces. Por ejemplo: "Soy electricista" o "soy enfermera". Sin embargo, eso no es lo que realmente eres, sino lo que haces. Lo cual lleva a preguntar: "Si lo que haces es lo que eres, ¿quién serás cuando dejes de hacer lo que haces?".
Quién eres surge de tu relación con Jesús, y este sentimiento de identidad determinará tu conducta. Toma, por ejemplo, a Mateo. Como recaudador de impuestos durante el gobierno del Imperio Romano, su vida estaba motivada por la codicia. Sin embargo, el día que Jesús apareció y lo invitó a seguirle, todo cambió (Mateo 9:9). De pronto, ¡Mateo tuvo una identidad completamente nueva, como seguidor de Cristo!. Y no fue el único. En Mateo 4:18-25, también leemos acerca de cuatro pescadores: Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, que dejaron sus redes para seguirlo.
Jesús es una persona convincente y todavía sigue buscando seguidores. Él desea hacer algo en tu vida al darte la identidad personal de seguidor de Cristo. Esto no significa abandonar tu profesión, sino que harás tu trabajo, y todas las demás cosas que la vida, según Su voluntad y Sus métodos. Así que, la próxima vez que alguien te pregunte, "¿quién eres?", espero que respondas: "¡Soy seguidor de Jesús!".
Si eres seguidor de Cristo, no necesitas otra identidad.

sábado, 19 de marzo de 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

UNA MORBOSIDAD INTOLERABLE

Eran dieciséis páginas de fotos. Dieciséis páginas de fotografías en blanco y negro y en color, que horrorizaban a algunos, deleitaban a otros y repugnaban a los más. Fotografías de un crimen que sacudió a Francia y el mundo en 1981.

Un joven estudiante japonés, residente en París, había matado y descuartizado a su novia Renee Hartevelt, también estudiante. ¡Y hasta había comido partes del cuerpo de aquella joven holandesa! La revista Photo, que se editaba en París, había reproducido esas fotos secretas en una tirada de 243.000 ejemplares.

Un juez de la ciudad ordenó la confiscación de todos los ejemplares de la revista, y condenó «la atroz morbosidad de la gente que se deleita en tales fotografías».

Fue buena y moralizante la medida del juez. En nombre de la libertad de prensa se está poniendo ante los ojos del público, especialmente ante niños y adolescentes, escenas y relatos que nada tienen de científico, ni edificante ni moralizante.

Y ciertos comerciantes aprovechados y desaprensivos, conscientes de que siempre hay público para tal clase de publicaciones, las imprimen por millares. Así lo sucio y lo denigrante entra en los hogares y contamina la mente de niños y niñas.

No estamos abogando por la supresión de la libertad de prensa, ni estamos pidiendo que se publique una lista de libros y revistas reprobables. Es mejor la libertad de prensa, con todos sus riesgos, que la eliminación total de ella.

A quienes apelamos es a los padres y a las madres. Porque somos nosotros quienes debemos velar por la salud moral y espiritual de nuestros hijos. Así como somos celosos en la calidad de los alimentos que les damos a nuestros hijos, y por nada del mundo les daríamos comida rancia, o tóxica o contaminada, también deberíamos velar por el alimento espiritual que ellos toman.

Que la morbosidad, la obscenidad, la pornografía y la indecencia se la traguen los editores y publicadores de semejante basura, ¡pero no nuestros hijos! Lo que más necesitamos es un movimiento hogareño y familiar que le ponga un dique y un filtro a toda esa literatura.

Si necesitamos inspiración, exhortación, y base moral para tal movimiento, busquémoslas en Cristo. Sólo Él da la fuerza moral suficiente para luchar contra toda forma de corrupción y degradación. Sólo Cristo salva, purifica y mantiene puros al hombre, a la familia y al hogar.

Hermano Pablo

JESUS DIJO : YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA

UN DIOS BUENO

Lectura: Salmo 46.
"Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia" Salmo 9:9
Cuando mi cuñado Chuck era misionero en Mali, Africa Occidental, tuvo un accidente de tránsito. Un hombre se cruzó en el camino, delante de su motocicleta. Como resultado del choque, mi cuñado y la moto se arrastraron por el suelo unos 60 metros. Poco después de recuperar el conocimiento, en el hospital, el doctor le dijo a Chuck que había "tenido mucha suerte". Él sonrió y contestó: "Dios es bueno".
Tiempo después, se puso a pensar en lo que había pasado ese día. El hombre al cual atropelló no tuvo heridas de importancia ni duraderas, y él también se recuperó. Pero ¿qué habría sucedido si alguno de ellos moría? Entonces, pensó: Dios seguiría siendo igualmente bueno.
Cuando experimentamos alguna tragedia, quizá dudamos de la bondad de Dios. ¿El Señor es siempre bueno? Si, lo es. Él no promete que nunca nos sucederán cosas malas, pero sí afirma que es "nuestro amparo y fortaleza" (Salmo 46:1). No nos asegura que jamás atravesaremos circunstancias desgarradoras, pero sí promete que no estaremos solos (23:4).
Dios es bueno; no importa el sufrimiento que estemos experimentando. Aunque no entendamos, podemos decir con Habacuc: "Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación" (3:18)
Dios prueba nuestra fe para que confiemos en Su fidelidad.

miércoles, 16 de marzo de 2011

EL VERDADERO HEROE

Lectura: Juan 3:22-30.
"Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" Juan 3:30
Louis B. Neumiller era conocido por su humildad, integridad y dedicación a la excelencia. Como presidente de la compañía Caterpillar Tractor, en 1941–1954, mantuvo su fábrica en actividad durante los desafíos de la Segunda Guerra Mundial y la convirtió en una empresa multinacional. En el libro En su tiempo: lecciones de los grandes líderes del siglo xx, los autores Mayo y Nohria describen el liderazgo de Neumiller como un «éxito sin fanfarria». Señalan que la marca de su grandeza fue que separó su identidad del negocio y «dejó que su empresa se convirtiera en el héroe en lugar de él».
Esta misma característica de generosidad la observamos en Juan el Bautista, el dinámico predicador que habitualmente declaraba que su misión era preparar el camino para el Mesías. Cuando los seguidores de Juan se preocuparon porque Jesús bautizaba gente y las multitudes lo seguían, él dijo: «Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. […] Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Juan 3:28,30).
Como seguidores de Cristo, ¿estamos exaltándolo a Él en vez de buscar nuestra propia honra? En lugar de decepcionarnos cuando nuestra contribución pasa desapercibida, deberíamos estar contentos, porque nuestro mayor privilegio es engrandecer al Señor. ¡Él es el héroe!
Honrarlo a Él es una marca de grandeza.
Para ser un gran creyente, sé pequeño y permite que Dios sea grande en tu vida.

SU ÚLTIMO MENSAJE

—Estoy sumamente deprimido —dijo Ricardo Leiva a sus compañeros de trabajo—. Estoy tan deprimido que ni siquiera siento dolor.

Y puso el brazo sobre la llama abierta de una cocina de gas.

Al mediodía pidió permiso en el trabajo para ir a su casa. Como no regresó en la tarde, el jefe lo llamó por teléfono.

Este es Ricardo Leiva —contestó una voz doliente y apagada.

Pero era una grabadora.

—He decidido acabar con mi vida —siguió diciendo el mensaje grabado—. La vida me ha consumido. He tomado catorce pastillas en los últimos cuarenta minutos. Si eso falla, usaré mi pistola 45.

Cuando la policía abrió la puerta de su casa, Ricardo estaba muerto. Pero su teléfono seguía contestando:

—Este es Ricardo Leiva...

He aquí otro que se suma a lo que ha llegado a ser una interminable lista de suicidas.

Ricardo Leiva era un ingeniero electrónico que llevaba cinco años trabajando en la misma empresa. Vivía bien. Tenía pocos amigos, es cierto, pero en su trabajo se llevaba bien con todos. De pronto entró en una profunda depresión, y no encontró más recurso que catorce pastillas somníferas y el tiro de una pistola.

¿Qué lo llevó a esa extrema resolución? Conjeturas hay muchas, pero hay una sola causa básica, que siempre es la misma. Esa causa básica es la falta de fe. No es la falta de religión. Lo cierto es que los suicidas suelen tener religión. Suelen ir mucho a la iglesia. Muchos, incluso, le piden perdón a Dios por lo que van a hacer. En sus notas de suicidio dicen con frecuencia: «¡Que Dios me perdone!»

Religión tienen. Lo que no tienen es fe, fe verdadera y comunión constante y viva con Cristo, fuente de vida espiritual. Por eso viven propensos a las depresiones y a las desilusiones de la vida.

Todo el que está siendo invadido por alguna depresión y por la tentación de quitarse la vida, sepa que hay un Dios que lo ama profundamente. Él lo trajo a este mundo para vida, no para muerte. La fe viva en Cristo, en su omnipotencia, en su amor, le traerá la paz que disipará esa depresión. Apártese ahora mismo en algún lugar donde pueda estar solo, y en la forma más sencilla posible, dígale a Dios en tantas palabras: «Te necesito, Señor. Ayúdame, por favor. Yo me someto a tu voluntad. Entra a mi corazón y tráeme tu paz.»

Si hablamos así con Dios, Él corresponderá a nuestro clamor. Hagámoslo ahora mismo. No esperemos. Pidamos con fe y seguridad al Creador de todo lo que existe. Él vendrá en nuestro auxilio, y la depresión se alejará de nosotros.

Hermano Pablo

martes, 15 de marzo de 2011

ULTIMA LINEA DEFENSIVA

Lectura: Romanos 8:31-39.
"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" Romanos 8:37
En Gettysburg, Pennsylvania, se libró una batalla que determinó el destino de la Guerra Civil en los Estados Unidos. Uno de los puntos cruciales del conflicto fue un montículo rocoso llamado Little Round Top, donde el coronel Joshua L. Chamberlain y los hombres del 20〫. Batallón de Infantería de Maine resistieron con todas sus fuerzas. Si las tropas confederadas hubiesen vencido a estos hombres, algunos historiadores creen que el ejército de la Unión habría sido rodeado y que posiblemente habría perdido la guerra. El "20〫de Maine" era la última línea defensiva.
Los seguidores de Cristo también participan de una guerra crucial. Al luchar "contra las asechanzas del díablo" (Efesios 6:11), se nos llama a vestirnos con la armadura de Dios y a resistir firmes en la lucha (vv. 10-18).
Y, al igual que los soldados de Gettysburg, tenemos una "última línea defensiva". No obstante, en nuestro caso, esta defensa es más poderosa que cualquier fuerza humana. En Romanos 8:31-39, Pablo dice que nuestra confianza, en última instancia, se basa en el amor imperecedero de Cristo. Nuestra protección es tan completa que nada "nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (v. 39).
Cuando el enemigo nos abruma y todo parece estar perdido, recuerdo que tenemos una última línea defensiva imbatible: "Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (v. 37)
El plan de Dios siempre conduce a la victoria.

EL VALOR DE UN ALMA

Un día conocí a un hombre manco mayor de edad en una región donde posteriormente quedaría establecida una obra misionera. A Lewis se le ofreció literatura cristiana pero la rechazó con furia. Él vivía en una casa muy modesta en la ladera de una montaña.

Un día le pregunté a Lewis acerca del brazo que le faltaba. “Bueno”, dijo, ” una noche, cuando era joven y alocado, yo decidí dar un paseo gratis en un tren de carga. Mientras trataba de sujetarme entre dos vagones, una sacudida brusca me hizo perder el agarre y caí entre los dos vagones. Caí sobre los durmientes con mi brazo extendido sobre el riel, y la rueda del tren me lo corto. Allí quedé tendido mientras trece vagones pasaron sobre mi”

Pensé para mi: Tan cerca de la muerte y aún con tanta dureza en su corazón. ¿Cómo puede ser posible? Mantuvimos contacto con este nuevo amigo, y pronto una pequeña iglesia fue fundada cerca de su casa. Su corazón de piedra comenzó a ablandarse. Asistió a los cultos de la iglesia y luego recibió a Cristo y fue bautizado.

Lewis, un ex fumador de cigarrillos, empezó a tener problemas físicos. Su laringe se infectó y tuvo que ser quitada, dejándolo mudo. A partir de ese momento, cuando no podíamos leer sus labios, él se comunicaba con la ayuda de lápiz y papel. Finalmente, Lewis fue llamado a su morada eterna para recibir su galardón.

Hay muchísimas almas en condiciones similares a la de Lewis. Hace años, yo escuché a un evangelista decir que un promedio de ochenta y tres almas por minuto van a la tumba sin Cristo. ¡Que cifra tan asombrosa! ¡Ocupémonos en la búsqueda de las almas perdidas entre tanto que se dice: Hoy!

Willis Halteman, Junto a Aguas de Reposo.

Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro. Romanos 6:23

lunes, 14 de marzo de 2011

PRIVIEGIOS ESPECIALES

Lectura: Romanos 8:12-17.

"Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo" Efesios 1:5
En Forever Young: My Friendship with John F. Kennedy, Jr. [Joven para siempre: Mi amistad con John F. Kennedy, Jr.], Billy Noonan rememora las experiencias vividas con el hijo del presidente Kennedy.
Allí relata que, en 1980, John Jr. y él fueron invitados a visitar el portaviones norteamericano John F. Kennedy. Mientras recorrían la nave, sin querer, entraron con el guía en un área restringida. Cuando un oficial los detuvo, el guía señaló a John, y dijo: «Este barco es de su padre». De inmediato, en posición de firme, el oficial saludó al joven. Es que, cuando a un barco de la Marina norteamericana se le pone un nombre en honor a alguien, esa persona es considerada su dueño. Por eso, al ser hijo de aquel cuyo nombre llevaba el barco, John Jr. tenía privilegios especiales.
Esto ilustra un principio espiritual vital. Al ser adoptados en la familia de Dios, quienes hemos sido salvos gozamos de la posición de hijos. Pablo escribió que, como creyentes, somos «predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo» (Efesios 1:5). En virtud de dicha condición, poseemos los privilegios especiales que pertenecen a los descendientes del Rey de reyes.
En el desafiante viaje de la vida, podemos sentir coraje al saber que nuestro «¡Abba, Padre!» (Romanos 8:15) es el dueño del barco y comparte todo con nosotros. Alabado sea Dios: ¡Somos coherederos con Cristo!
¡La herencia del creyente tiene garantía eterna!

domingo, 13 de marzo de 2011

CULPABLE 176 VECES

El vocero del jurado se puso de pie. Tenía que leer el veredicto en el juicio contra Julio González. Leyó primero el cargo: «Homicidio.» Inmediatamente después pronunció la palabra fatal: «Culpable.» Luego, con lentitud desesperante leyó otro cargo, y otra vez pronunció el veredicto: «Culpable.»

Así fue leyendo cargos y pronunciando el mismo veredicto 176 veces. A Julio González lo hallaron culpable de 87 homicidios, con doble culpabilidad por cada uno. El 25 de marzo de 1990 González había prendido fuego a un salón de baile en Nueva York, y el incendio había provocado la muerte de 87 personas.

Es difícil imaginar lo que habrá sido para Julio González oír ese martilleo continuo de la palabra «culpable». Alguien dijo que era como una puntilla que se clavaba en el féretro mismo del hombre. Que a uno le digan «culpable» una vez es ya algo como para desmayarse. Pero que se lo digan 176 veces es como para no querer seguir viviendo. Sin embargo, la ley exigía que se detallara por separado cada cargo, y que se pronunciara, por cada uno, el mismo veredicto.

Así también será en el juicio final ante el Gran Trono Blanco de Dios. Podemos imaginarnos lo que será juzgar a millones y millones de personas, detallando los pecados de cada una de ellas, y pronunciando para cada una, con monotonía desesperante, la palabra «culpable», «culpable»... y así hasta el infinito.

La Biblia dice que todos los seres humanos comparecerán ante el tribunal de Cristo. Dice también que serán abiertos unos libros donde están registradas las obras de cada uno. Además dice que será abierto «el libro de la vida», y el que no esté escrito en ese libro será juzgado por lo que está escrito en los otros libros. El veredicto será, fatalmente, «culpable». Y el castigo final será, también inevitablemente, «el lago de fuego» (Apocalipsis 20:11‑15).

Sin embargo, el nombre de cada uno de nosotros puede estar escrito en ese «libro de la vida». La verdad es que Dios quiere que así sea. Por eso mandó Dios a su Hijo Jesucristo al mundo, y por eso Cristo se entregó a sí mismo en sacrificio pleno hasta la muerte. Las palabras de Jesús fueron: «El Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28).

¿Cómo logramos ese rescate? Hay una sola manera: aceptando con fe sincera la eficacia de la muerte de Cristo para salvarnos, y recibiéndolo como Señor y dueño de nuestra vida. Así aseguramos que nuestro nombre quede escrito en el libro de la vida, y por consiguiente que jamás se nos pueda hallar culpables. Abrámosle nuestro corazón.

Hermano Pablo

sábado, 12 de marzo de 2011

META UNIFICADA

Lectura: 1 Corintios 1:10-17.
"Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones" 1 Corintios 1:10
En Norteamérica, la lechuza moteada está extinguiéndose. Al principio, se creía que su mayor amenaza era la tala de bosques. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que el problema quizá sea uno de los parientes de esta ave. Durante los últimos quince años, la lechuza rayada ha estado migrando rápidamente hacia el oeste. Estas lechuzas, que solían vivir exclusivamente al este del Mississippi, compiten por la misma comida con la especie moteada, pero son más agresivas y adaptables.
Asimismo, nuestro mayor conflicto espiritual a menudo no viene desde afuera de la iglesia, sino de los otros creyentes. Esto estaba sucediendo en la iglesia de Corinto; por eso, Pablo dedicó un tiempo para hablar sobre el espíritu divisionista que se había desarrollado en esa congregación. Ese espíritu amenazaba la unidad de la iglesia. El apóstol, como un pastor que incentiva a la acción, alentó a los corintios a coincidir en los principios fundamentales y a no dividirse por cuestiones de menor importancia. La gente se peleaba porque se ponía del lado de distintos líderes religiosos, tales como Pablo, Apolos, Pedro e incluso Cristo. Al crear estas divisiones, les importaba más su líder favorito que la unidad en Cristo.
Pablo dijo que el elemento básico que debe unir a la iglesia es la predicación del evangelio. Esta debe ser también nuestra meta.
Una iglesia unida es una iglesia fuerte.

LA VIDA EJEMPLAR

Todos somos o buenos ejemplos o malos ejemplos. ¿Que clase de ejemplo eres tú?

¿Que de nuestro ejemplo como esposos y padres? Cuando hablamos o actuamos de forma severa con nuestras esposas, a veces en presencia de nuestros hijos, se nos olvida que algún día nuestros hijos también serán padres y esposos. Ellos entonces pueden actuar de la misma manera que nosotros, o incluso peor. Seres en parte culpables por el ejemplo malo que les hemos dado.

¿Qué de nuestra respuesta para con nuestros hijos? En algunas ocasiones ellos hacen cosas que realmente nos irritan. Si nos enojamos y decimos cosas desagradables e incluso los disciplinamos en ese estado de ánimo, ¿ qué clase de ejemplo es ése?

¿Qué tal en nuestro centro de trabajo, en el aula o lejos de Mamá y Papá? Cuando el obispo o el pastor no están presentes, ¿qué clase de ejemplo les damos a los que nos rodean?

¿Puede el mundo ver a Jesús cuando se fija en nuestras vidas? ¿Somos fieles en nuestra lucha espiritual: en palabras y hechos, fe y amor?

Mark Meighn, Junto a Aguas de Reposo.

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, espíritu, fe y pureza. 1 Timoteo 4:12

NOSOTROS SOMOS LA SAL DEL MUNDO, HABLEMOS DE TAL MANERA QUE PROVOQUEMOS SED A LOS DEMAS

MISERICORDIAS DE DIOS

Lectura: Génesis 32:3-13.
"Menor soy que todas las misericordias […] que has usado para con tu siervo" Génesis 32:10
«Menor soy que todas las misericordias de Dios». Esta era la inscripción que George Herbert, poeta y clérigo inglés del siglo xvii, grabó en su anillo de sello, y era la frase con la cual firmaba sus cartas y libros. Jacob había dicho estas palabras al meditar en la bondad que Dios, demostrada hacía él aun en medio de su pecado y vergüenza: «Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo» (Génesis 32:10).
La palabra «misericordias» viene del término hebreo kjesed, que significa el amor permanente de Dios. Creo que es importante que haya brotado del corazón de una persona que se consideraba totalmente indigna.
Al depender únicamente del fiel amor del Señor, Jacob exclama: «Líbrame». Qué combinación extraña de ideas: Reconoce que no es digno, pero ruega ser liberado (vv. 10-11). En contraposición a algunos que creen que todo está en orden, Jacob sabía que lo que había presentado delante del Señor había sido arruinado por el pecado. Se consideraba una persona que no merecía la gracia de Dios. Sin embargo, su esperanza no dependía de su dignidad, sino de la promesa de Dios de que derramaría Su favor sobre aquellos que se cobijaran bajo Su misericordia. La humildad y el arrepentimiento son las llaves que abren el corazón del Señor.
Como lo hizo con Jacob, Dios nos escucha cuando clamamos humildemente a Él rogando por Su misericordia.
La misericordia es una bendición inmerecida que Dios le concede a un receptor indigno.
Por ejemplo a mi

1ª DE JUAN 4: 19 - 20

jueves, 10 de marzo de 2011

AL RESCATE

Lectura: 2 Pedro 1:5-15.
"Yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas" 2 Pedro 1:12
Jill Price tiene una memoria extraordinaria, que ha dejado atónitos a los científicos. En el 2006, en un artículo titulado «Un caso de inusual memoria autobiográfica», una revista científica describió su capacidad altamente desarrollada. Price no tiene una aptitud especial para memorizar listas de palabras, números, conceptos o idiomas, pero sí recuerda lo que le sucedió durante cualquier día de los últimos 30 años. Menciona una fecha, y ella te dirá qué día de la semana era, cómo estaba el clima, los programas de TV que miró y la gente con quien habló.
Son pocos los que tienen una memoria así. Por esta razón, necesitamos recordatorios para realizar tareas simples y cumplir con nuestras citas. Esto es particularmente cierto cuando se trata de verdades espirituales. El apóstol Pedro mostró que entendía la necesidad de recordatorios espirituales, al escribir: «Yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas. […] Pues tengo por justo […], el despertaros con amonestación […]. También yo procuraré con diligencia que […] vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas» (2 Pedro 1:12-15).
Sin importar la clase de memoria que tengamos, necesitamos que se nos recuerden los principios bíblicos. La lectura bíblica diaria, los grupos pequeños de estudio y la participación en una iglesia local pueden ayudarnos a recordar las verdades vitales de Dios.
Deja que la Palabra de Dios se grabe en tu memoria, gobierne tu corazón y guíe tus pasos.

ROBOTS CIENTÍFICOS Y DOLOR HUMANO

Es una máquina estupenda, orgullo de la tecnología moderna. Recibe órdenes dadas por la voz humana, conoce nada menos que quinientas cincuenta palabras y es capaz de realizar el noventa por ciento de las tareas que se le mandan hacer.

Se trata de un robot diseñado para enfermos con parálisis. Este robot puede acercarles a los enfermos la cuchara a la boca, puede servirles un vaso con agua, encenderles y apagarles el televisor, y hasta sentarlos y acostarlos.

Pero también puede —y aquí está el serio peligro— ser instrumento para el suicidio del enfermo. Basta con que el enfermo le ordene al robot desconectar el tubo de oxígeno u otros cables esenciales para que el enfermo muera a causa de una orden que él mismo da.

La ciencia progresa cada vez más. Hay en la actualidad aparatos científicos que nos dejan pasmados con lo que pueden hacer. Pero el alma humana no está progresando a la par.

Todavía en el alma del hombre hay imperfecciones: pasiones morbosas, propensión a maltratarse, deseos de suicidarse, amargura, mortificación y sed de venganza. Mientras las máquinas se hacen cada vez más perfectas, las almas humanas son cada vez más imperfectas.

El que un brazo mecánico, movido por un mecanismo perfecto, desconecte el tubo vital de un ser humano imperfecto, obedeciendo a la orden de ese mismo ser humano, no deja de ser una escena desalentadora.

Dios no hizo al hombre imperfecto. No lo hizo para el dolor, la enfermedad, la angustia y el mal. Lo hizo como ingenio extraordinario en lo físico, lo moral y lo mental. Pero a la inversa del hombre, que fabrica robots, Dios no hizo del hombre mismo un robot.

Dios nos dio libre albedrío, sentido moral, fuerza de voluntad y la facultad de tomar decisiones para desarrollar nuestra propia personalidad. Es el pecado original —el de Adán y Eva— lo que ha introducido en la humanidad la degradación y la imperfección.

¿Podemos, no obstante, remediar nuestras imperfecciones y arreglar nuestros defectos? Sí podemos, y esa posibilidad de hacerlo llega a ser la gran aventura moral humana. Cada uno de nosotros puede volver a la perfección, pero sólo por medio de Cristo. En Cristo, y con Cristo, remediamos todas nuestras miserias, recibimos perdón por todas nuestras faltas y nos sanamos de todas nuestras dolencias.

Hermano Pablo

miércoles, 9 de marzo de 2011

LA GALINA Y LOS PATITOS

De cada animal hemos extraído alguna lección aplicable a nuestra vida. Y ahora nos toca observar a aquella gallina, que debajo de la cual se habían colocado varios huevos de pato para que los empollara. A su debido tiempo nacieron los patitos, y comenzaron a dar sus paseos acompañados de la gallina.

La gallina madre no se explicaba por qué sus polluelos eran tan diferentes de ella. Y ocurrió que cierto día llegaron a las cercanías de un estanque, y los patitos, instintivamente, se fueron en línea recta hacia el agua.
La pobre gallina, creyendo que estaban en peligro de ahogarse, hacía desesperados intentos para llamarlos y salvarlos, pero sin resultado. No importaba que se los hubiese criado en tierra firme y seca. nadie pudo borrar de aquellos patitos su natural inclinación hacia el agua, porque era parte de sus propios instintos.

¿No llevamos los seres humanos, también por instinto, a Dios en el alma?. Negar su existencia equivaldría a desnaturalizarnos. Sería resistirnos a aceptar algo que de todos modos se impone en el corazón. El rey David declaró que Dios estaba ” Impuesto ” en todos sus caminos, y que no importaba adonde fuera, allí advertía la presencia divina.

Cierto filósofo francés afirmaba que los hombres creen en Dios sólo porque se les inculca esta creencia desde niños. Y para demostrar su pensamiento, llevo a un niño a su finca para educarlo con la orden expresa de que nadie le hablara de Dios. Pero al poco tiempo de iniciada su educación atea, el filósofo encontró al niño cierta mañana mirando fijamente hacia el sol naciente, y diciendo estas palabras:

“¡Cuán hermoso eres, OH sol!,
¡Cuánto más grade y hermoso debe ser el que te hizo!.
Yo no lo conozco; pero si tú lo ves, llévale un beso de mi parte”.

Sí, la convivencia de la existencia de Dios forma parte de nuestra naturaleza. Es un instinto humano, como lo reveló el niño de este experimento; o como lo ilustraron los patitos de la historia. Por instinto, la gallina permaneció en tierra seca, y por igual razón los patitos se vieron atraídos por el agua.
¿Nos dice nuestro corazón que Dios existe, que él es todopoderoso, y que podemos confiar en su conducción de amor?.

Mientras el sol mantenga su brillo; mientras la tierra siga girando sobre su eje; mientras las nubes del cielo nos regalen su lluvia; mientras tengamos aire para llenar nuestros pulmones; mientras nuestro corazón siga latiendo…..Mientras ocurra todo esto, podremos saber que Dios existe. y que,
” Porque en él vivimos, nos movemos y somos “ Hechos 17: 28 pp.

MURIO PARA DARLE VIDA

A un estudiante de seminario, de carácter firme, le preguntaron por qué llevaba una vida consagrada y piadosa casi al extremo.

“Cuando yo estaba por nacer hubo complicaciones graves”, contestó el estudiante. “El doctor salió al pasadizo donde esperaba mi padre y le dijo: “No hay esperanza, no podemos salvar a los dos. Usted tendrá que decidir, ¿salvamos a su esposa o a su hijo?” Sin vacilar un momento mi padre dijo: “Salve a mi esposa”.

“Mi madre oyó la conversación por el tragaluz que estaba abierto, y dijo más fuerte y con más insistencia que mi padre: “¡Salve a mi hijo! ¡Salve a mi hijo!”

“Yo estoy viviendo por ella que murió por mí, y por mejor vida que yo lleve nunca será suficientemente buena”.

El sacrificio de amor de aquella madre por el hijo que aún no había nacido es poco al compararlo con el amor de Dios por nosotros. (Lea Romanos 5:8).

NO TE OLVIDES

Lectura: Deuteronomio 8:1-2,10-18.
"Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos" Deuteronomio 8:11
Uno de mis cómics favoritos se titula «Superman en sus últimos años». Muestra al superhéroe, ya anciano, parado en una ventana y listo para saltar, mientras mira hacia atrás y dice: «¿Adónde iba?».
La falta de memoria nos afecta a todos, y aunque nuestros lapsus ocasionales quizá sean cómicos o fastidiosos, olvidarnos de Dios puede ser desastroso.
Cuando los israelitas estaban listos para entrar a la tierra prometida, Moisés los desafió, diciendo: «Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto» (Deuteronomio 8:2), y «cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos» (v. 11).
Los siguientes motivos pueden hacer que nos olvidemos de Dios: Pruebas (vv. 2-4). Dios permitió que Su pueblo tuviera hambre y luego les dio maná. Si tenemos necesidades en la vida, es fácil creer que Dios se ha olvidado de nosotros. Satisfacción (vv. 10-11). La abundancia o la necesidad pueden producir amnesia espiritual, porque ambas cosas hacen que nos centremos en nosotros mismos y no en el Señor que provee. Orgullo (vv. 12-16). Si la prosperidad nos hace sentir que nuestro esfuerzo nos proporcionó éxitos, nos hemos olvidado de Dios.
La humildad, la obediencia y la alabanza nos ayudan a recordar la provisión y el cuidado fiel del Señor. Hoy no nos olvidemos de agradecerle por todo lo que Él ha hecho.
Jamás permitas que la abundancia de las dádivas de Dios te haga olvidar del Dador.

martes, 8 de marzo de 2011

AL RESCATE

Lectura: Lucas 15:1-7.
"Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento" Lucas 15:7
Hace poco, Marty y yo viajamos a algunas ciudades importantes en varios países. Quedamos abrumados ante lo perdido que está nuestro mundo, y tristes por los millones de personas que nunca han escuchado el mensaje de la gracia salvadora de Jesús. La idea de alcanzar a nuestro planeta para Cristo se tornó irresistible.
Luego, recordé la historia de un muchacho que caminaba por una playa. Al encontrarse con cientos de estrellas de mar que morían bajo el calor del sol ardiente, comenzó a arrojarlas al agua. Alguien que pasaba, le preguntó: «¿Qué estás haciendo?». «Salvándoles la vida», respondió el muchacho. «Ni lo intentes», dijo el hombre. «Es imposible salvar todas estas estrellas de mar». «Es cierto —le contestó—, pero a cada una que sí salve, le marcará una gran diferencia».
Me encanta la perspectiva del muchacho. Cuando la ola del pecado nos arrojó a la ribera de la muerte, Dios envió a Su Hijo a caminar por la playa para rescatar a todos los que se arrepienten. Y, como dijo Jesús a su audiencia en Lucas 15, cada vez que alguien es rescatado, hay fiesta en el cielo. «Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento» (Lucas 15:7).
¿Se ha regocijado el cielo porque fuiste rescatado? Si es así, únete a las filas de quienes alcanzan almas perdidas con la gracia salvadora de Jesús.
Cuando hayas sido salvado, querrás rescatar a otros.

R.C.V.A.

Llovía a torrentes. La ciudad de Las Vegas, Nevada, en Estados Unidos, ciudad a la que por su vida nocturna la llaman «sin noche», se veía turbia y deslucida. Hacía un frío invernal, y el agua helada corría desenfrenada.

En uno de esos torrentes cayó con su auto Murray Brown, joven de veintiséis años de edad. Lo sacaron semiahogado, casi sin pulso, casi sin presión arterial, y con una temperatura de apenas veintisiete grados centígrados. El joven se moría de hipotermia.

El doctor Larry Gentilello le colocó una máquina de su invención llamada R.C.V.A., que significa «Recalentamiento Continuo Venoso Arterial». Con ese aparato le recalentó la sangre, y el joven quedó fuera de peligro.

El aparato consiste de una tubería de aluminio sumergida en agua caliente. Se hace pasar la sangre de la víctima por la tubería, y poco a poco se va calentando hasta recuperar su temperatura normal. Una vez que la sangre llega a la debida temperatura, el enfermo se recupera de una manera asombrosa.

Como si esa hipotermia no bastara, hay en la actualidad otra hipotermia que, como enfermedad crónica, ha invadido todas las esferas sociales de nuestro mundo. Es la hipotermia matrimonial, que ocurre cuando el amor, el cariño y la atención personal se han enfriado en un matrimonio.

¿Habrá alguna máquina parecida a la invención del doctor Larry Gentilello que pueda aplicarse a los matrimonios? Son prácticamente incontables los matrimonios cuyo amor se ha enfriado, casi al punto de congelación. Necesitamos una máquina descongeladora que caliente de nuevo la sangre, el cuerpo y el alma, y que resucite esos matrimonios.

La buena noticia es que esa máquina ya se ha inventado. Muchos la hemos visto funcionar infinidad de veces, arreglando parejas, recomponiendo hogares, pacificando matrimonios. Se llama «el Evangelio de Cristo», y es el sistema divino que pone calor donde antes había hielo, vitaliza todas las funciones del alma, reanima el amor muerto y devuelve la vida y la felicidad a cuantos los quieren.

Ese bendito Evangelio sana las enfermedades del alma. Ya lleva dos mil años de estar reconciliando al hombre con Dios, y por consiguiente, con su cónyuge, sus hijos y sus semejantes.

¿Está nuestro matrimonio en proceso de congelación? Cristo puede devolvernos ese maravilloso calor de la vida sana y buena. Lo único que tenemos que hacer es someternos a su señorío. La unión con Cristo produce la unión matrimonial. Sólo hace falta que le demos la oportunidad de recalentar nuestro matrimonio, y lo hará.

Hermano Pablo

OBRAS QUE BRILLAN

En algunas ocasiones los medios de comunicación masiva nos informan acerca de personas que, de manera compasiva, hacen obras de bien para la comunidad donde viven o extienden su ayuda más allá de su entorno geográfico. A menudo, el periodista que realiza la cobertura de esa clase de noticias titula su informe con frases tales como: “Ejemplos de vida”, “Héroes o heroínas…”, “Modelos para imitar”, etcétera.

A veces, no siempre, estas personas reciben el reconocimiento de parte de los vecinos o de las autoridades de su municipio; algunas lo aceptan gustosamente; otras, en cambio, prefieren el anonimato.
Es necesario decir que, en tiempos de tanto individualismo e indiferencia social como en los que vivimos actualmente, estas personas desarrollan una tarea muy digna, pero no l ogran cubrir la necesidad espiritual de aquellos a quienes asisten.

La Biblia dice: “Ustedes son la luz del mundo. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mateo 5: 14,16, NVI). Como hemos leído, Jesús nos afirma que somos la “luz del mundo” y nos indica que debemos hacerla brillar delante de los demás, pero no para beneficio propio o para recibir algún homenaje, sino para que “ellos”, es decir, las personas que viven y caminan en la oscuridad de este mundo, puedan ver las buenas obras y alaben a Dios por ellas. Todo lo que hagamos debe conducir a la alabanza a Dios y no dejar “nuestro sello personal”.

A diferencia de las acciones de caridad, las buenas obras de las que habla Jesús, iluminan. Cuán preciada es en tiempo de angustia una palabra de consuelo, un abrazo transmisor del amor de Dios o una sencilla oración; o cuán grata es la compañía de a lguien, en quien habita la palabra de Cristo, cuando se vive en soledad y olvidado.

Si miráramos a nuestro alrededor con detenimiento, podríamos ver a muchas personas que esperan tácitamente que brille nuestra luz. Simplemente tenemos que accionar en nosotros el versículo 16 del citado pasaje de Mateo: “Hagan brillar su luz delante de todos…” y realizar las obras que el Señor preparó con anticipación para que hiciéramos. “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica” (Efesios 2:10, NVI).

Si disponemos nuestros corazones y somos sensibles a su voz, Dios nos guiará a esas buenas obras, preparadas de antemano para iluminar a aquellos que hoy transitan la oscuridad en busca de la luz, y que darán gloria a Su Nombre.
Patricia Götz

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org

domingo, 6 de marzo de 2011

POR CADA MILLA, UN HOMBRE

Negro y oscuro era el socavón de la mina. «Con luz fosforescente de cocuyos», como decía el poeta Guillermo Valencia, los mineros horadaban el duro vientre de la montaña. Los picos y barrenos hacían saltar pedazos de roca. Y cada minero pensaba en dos cosas: en la familia que dejó arriba, y en el gas metano que en cualquier momento podría escapar.

En efecto, el traicionero gas comenzó a salir. Veinte segundos antes que sonara cualquier alarma, se produjo la explosión. Ciento veintiún mineros murieron quemados en Kozlu, pueblo minero de Turquía, y más de treinta quedaron gravemente heridos. Fue un desastre minero más. «Por cada milla de galería, la vida de un hombre» es la frase muy cierta de los mineros de todo el mundo.

Duro, fatigoso y mal pagado es el trabajo de los mineros. Para ganarse la vida deben bajar a galerías oscuras en las entrañas de la tierra, sin aire y sin luz. Deben hacer trabajo de topos, cavando túneles en busca de metal, o de carbón o de diamantes.

De vez en cuando se produce una explosión, y cientos mueren aplastados por olas de piedra. El 26 de abril de 1942, por ejemplo, se produjo en Honkeiko, China, un desastre minero que cobró la vida de mil quinientos setenta y dos hombres. Fue uno de los más devastadores desastres de los tiempos modernos. De ahí surgió el dicho: «Por cada milla, un hombre.» Es el precio que hay que pagar.

Los mineros han expresado su condición con la frase: «Por cada milla, un hombre», pero hay otras situaciones similares. Podríamos decir: «Por cada copa de licor que expende la destilería, un hombre.» «Por cada sobrecito de polvillo blanco que los traficantes de drogas venden, un hombre.» «Por cada ficha que rueda en el tapete verde, un hombre.» «Por cada aventura amorosa ilícita que afea y ensucia y mancha, un hombre.»

Lo triste es que en cada una de estas situaciones y otras como ellas, no es sólo un hombre el que queda tirado junto al camino. Es el hombre, su esposa, sus hijos, y cuantos más miembros de la sociedad forman parte del caído. Por cada error humano, sólo Dios sabe cuántas almas se balancean suspendidas sobre el abismo de la muerte antes que la débil cuerda, en el momento menos pensado, se corta.

Jesucristo puede rescatarnos de todos esos abismos. Él salva, redime, regenera, y rescata. Entreguémosle nuestra vida. No tenemos que seguir siendo víctimas. Cristo desea redimirnos.

Hermano Pablo

¿ESTA BIEN?

Lectura: Filipenses 4:4-7.
"Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" Filipenses 4:7
Mientras el coro de jóvenes se preparaba para cantar el clásico himno de Horatio G. Spafford, «Está bien con mi alma», uno de ellos dio un paso al frente para relatar la historia de la conocida canción. Spafford la escribió estando en un barco, cerca del sitio en el mar donde habían muerto sus cuatro hijas.
Mientras escuchaba esa introducción, seguida de las palabras que cantaban los jóvenes, un torrente de emociones me invadió. Al escuchar las expresiones de fe de Spafford, me resultaba difícil comprender la frase «donde habían muerto sus cuatro hijas». En mi caso, tras haber perdido repentinamente a una hija, la idea de perder cuatro me parece inimaginable.
¿Cómo podía eso estar «bien» para Spafford, en medio de su dolor? Al oír las palabras «si paz cual un río es aquí mi porción», recuerdo dónde se puede encontrar paz. En Filipenses 4, Pablo dice que puede hallarse cuando elevamos nuestras oraciones a Dios de corazón (v. 6). Al orar con confianza, aliviamos nuestra alma, nos deshacemos de la ansiedad y desatamos los lazos de nuestra angustia. Entonces, podemos obtener «la paz de Dios» (v. 7), una calma de espíritu divina e inexplicable. Esta paz supera nuestra capacidad de comprender las circunstancias que vivimos (v. 7) y, por medio de Jesús, actúa como una defensa que protege de tal manera nuestro corazón que nos permite susurrar, aun en el dolor: «Está bien con mi alma».
Jesús nunca se equivoca.