Lectura: Filipenses 1:8-18.
"Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio" Filipenses 1:12
En un mapa en la parte de atrás de mi Biblia, se muestran cada uno de los viajes misioneros de Pablo con una línea de color y flechas que indican la dirección de su travesía. En los primeros tres viajes, las flechas se dirigen lejos de su punto de partida y giran hacia un punto de retorno. Sin embargo, en el cuarto viaje, Pablo estaba viajando como un prisionero, rumbo a un juicio ante César, y las flechas sólo apuntan en dirección de ida, terminando en Roma.
Podríamos estar tentados a llamar a éste un momento infortunado en la vida de Pablo, si no fuera por su visión de que Dios le estaba guiando y usando tanto en este viaje como lo había hecho en los otros tres.
Él escribió: «Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor» (Filipenses 1:12-14).
Aun cuando nuestro viaje en la vida esté marcado por el confinamiento y las limitaciones, podemos estar seguros de que el Señor animará a los demás por medio de nosotros cuando hablemos Su Palabra y confiemos en Él.
Para el cristiano, lo que parece un desvío puede ser un nuevo camino hacia la bendición.
"Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio" Filipenses 1:12
En un mapa en la parte de atrás de mi Biblia, se muestran cada uno de los viajes misioneros de Pablo con una línea de color y flechas que indican la dirección de su travesía. En los primeros tres viajes, las flechas se dirigen lejos de su punto de partida y giran hacia un punto de retorno. Sin embargo, en el cuarto viaje, Pablo estaba viajando como un prisionero, rumbo a un juicio ante César, y las flechas sólo apuntan en dirección de ida, terminando en Roma.
Podríamos estar tentados a llamar a éste un momento infortunado en la vida de Pablo, si no fuera por su visión de que Dios le estaba guiando y usando tanto en este viaje como lo había hecho en los otros tres.
Él escribió: «Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor» (Filipenses 1:12-14).
Aun cuando nuestro viaje en la vida esté marcado por el confinamiento y las limitaciones, podemos estar seguros de que el Señor animará a los demás por medio de nosotros cuando hablemos Su Palabra y confiemos en Él.
Para el cristiano, lo que parece un desvío puede ser un nuevo camino hacia la bendición.
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