Lectura: Lucas 7:1-10.
"[Jesús dijo], -Ni aun en Israel he hallado tanta fe-" Lucas 7:9
Una explicación que a menudo escuchamos para las oraciones «no contestadas» es que no tenemos suficiente fe. Pero Jesús dijo en Lucas 17:6 que, si tenemos fe del tamaño de una semilla de mostaza, podemos ordenarle a un sicómoro que se desarraigue y se plante en el mar; y nos obedecerá.
Lucas cuenta de un centurión romano con «gran fe» (7:9). Su fe se expresó primero como un llamado a Jesús para que sanara a su siervo moribundo; luego, como un reconocimiento de que Jesús podía sanar a su siervo en cualquier momento y en cualquier lugar. El centurión no Le pidió a Jesús que hiciera las cosas a su manera.
La fe ha sido descrita como «la confianza en el corazón de Dios y en Su poder». Algunas oraciones que parecen no recibir respuesta simplemente son ejemplos en los que Dios amorosamente ha invalidado nuestros deseos. Él sabe que lo que hemos pedido no es lo mejor. O puede que sea que nuestro tiempo no es el Suyo, o que Él tiene un propósito muchísimo mayor en mente. Recordemos que incluso Jesús oró a Su Padre celestial: «pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42).
¿Tenemos la gran fe del centurión —una fe que confía en que Dios hará Su obra a Su manera?
Las respuestas de Dios son más sabias que nuestras oraciones.
"[Jesús dijo], -Ni aun en Israel he hallado tanta fe-" Lucas 7:9
Una explicación que a menudo escuchamos para las oraciones «no contestadas» es que no tenemos suficiente fe. Pero Jesús dijo en Lucas 17:6 que, si tenemos fe del tamaño de una semilla de mostaza, podemos ordenarle a un sicómoro que se desarraigue y se plante en el mar; y nos obedecerá.
Lucas cuenta de un centurión romano con «gran fe» (7:9). Su fe se expresó primero como un llamado a Jesús para que sanara a su siervo moribundo; luego, como un reconocimiento de que Jesús podía sanar a su siervo en cualquier momento y en cualquier lugar. El centurión no Le pidió a Jesús que hiciera las cosas a su manera.
La fe ha sido descrita como «la confianza en el corazón de Dios y en Su poder». Algunas oraciones que parecen no recibir respuesta simplemente son ejemplos en los que Dios amorosamente ha invalidado nuestros deseos. Él sabe que lo que hemos pedido no es lo mejor. O puede que sea que nuestro tiempo no es el Suyo, o que Él tiene un propósito muchísimo mayor en mente. Recordemos que incluso Jesús oró a Su Padre celestial: «pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42).
¿Tenemos la gran fe del centurión —una fe que confía en que Dios hará Su obra a Su manera?
Las respuestas de Dios son más sabias que nuestras oraciones.
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