Lectura: Gálatas 4:12-20.
"Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros" Gálatas 4:19
La madre del filósofo Sócrates de la antigua Grecia, era una partera. Así que Sócrates creció observando cómo ella asistía a las mujeres al traer nuevas vidas al mundo. Esta experiencia influyó más tarde en su método de enseñanza. Sócrates dijo: «Mi arte en la partería es, en general, como el de ellas; la única diferencia es que mis pacientes son hombres, no mujeres, y mi preocupación no se centra en el cuerpo sino en el alma que está en labor de parto».
En vez de simplemente transmitir información a sus alumnos, Sócrates usó el algunas veces doloroso proceso de hacer preguntas perspicaces para ayudarles a llegar a sus propias conclusiones. Enseñarles a pensar se parecía a veces a la labor de parto.
Pablo expresó una idea similar para discipular creyentes en la fe cuando dijo: «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros» (Gálatas 4:19). A Pablo le preocupaba que cada creyente creciera hasta llegar a la madurez espiritual a la semejanza de Cristo (Efesios 4:13).
Llegar a ser como Cristo es una experiencia de toda una vida; por lo tanto, necesitamos paciencia con los demás y con nosotros mismos. Todos tendremos desafíos y decepciones a lo largo del camino. Pero, si ponemos nuestra confianza en Él, creceremos espiritualmente, y tendremos cualidades de carácter que irradiarán vida nueva.
La conversión es el milagro de un momento; madurar lleva toda una vida.
"Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros" Gálatas 4:19
La madre del filósofo Sócrates de la antigua Grecia, era una partera. Así que Sócrates creció observando cómo ella asistía a las mujeres al traer nuevas vidas al mundo. Esta experiencia influyó más tarde en su método de enseñanza. Sócrates dijo: «Mi arte en la partería es, en general, como el de ellas; la única diferencia es que mis pacientes son hombres, no mujeres, y mi preocupación no se centra en el cuerpo sino en el alma que está en labor de parto».
En vez de simplemente transmitir información a sus alumnos, Sócrates usó el algunas veces doloroso proceso de hacer preguntas perspicaces para ayudarles a llegar a sus propias conclusiones. Enseñarles a pensar se parecía a veces a la labor de parto.
Pablo expresó una idea similar para discipular creyentes en la fe cuando dijo: «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros» (Gálatas 4:19). A Pablo le preocupaba que cada creyente creciera hasta llegar a la madurez espiritual a la semejanza de Cristo (Efesios 4:13).
Llegar a ser como Cristo es una experiencia de toda una vida; por lo tanto, necesitamos paciencia con los demás y con nosotros mismos. Todos tendremos desafíos y decepciones a lo largo del camino. Pero, si ponemos nuestra confianza en Él, creceremos espiritualmente, y tendremos cualidades de carácter que irradiarán vida nueva.
La conversión es el milagro de un momento; madurar lleva toda una vida.
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