Lectura: Romanos 11:33-36.
"¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" Éxodo 15:11
Un borrascoso día de junio, la familia estaba de vacaciones en las Montañas Rocosas de Canadá y fuimos a un sitio turístico que había sido anunciado como un "lugar obligado de visita". No me apetecía mucho ir debido al frío viento, hasta que vi a un grupo de personas que regresaban del punto panorámico. "¿Vale la pena?", pregunté. "¡Totalmente!", fue su respuesta. Eso nos dio el incentivo para continuar. Cuando finalmente llegamos al lugar, su belleza nos dejó virtualmente sin habla. "¡Aahh!" fue todo lo que pudimos decir.
Pablo llegó a este punto cuando escribió acerca de la obra de Dios para salvar a los judíos y griegos en el libro de Romanos. Tres cosas acerca de Dios hicieron que él dijera "¡Aahh!".
Primero. Dios es todo sabiduría (11:33). Su plan perfecto de salvación muestra que tiene soluciones muchísimo mejores para los problemas de la vida de los que nosotros seamos capaces de idear.
Segundo. Dios es todo conocimiento. Su conocimiento es infinito. No necesita de consejero alguno (v. 34) ¡y nada le sorprende!.
Tercero. Dios es todo suficiencia (v. 35). Ninguna persona puede darle a Dios lo que Él no le haya dado a este primero. Tampoco puede jamás corresponder a Su bondad.
Podemos decir junto a Moisés: "¿Quién como tú, magnifico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" (Éxodo 15:11). ¡Qué maravilloso es el Dios a quien servimos!
Vemos la majestad de Dios en Su carácter y Su creación.
"¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" Éxodo 15:11
Un borrascoso día de junio, la familia estaba de vacaciones en las Montañas Rocosas de Canadá y fuimos a un sitio turístico que había sido anunciado como un "lugar obligado de visita". No me apetecía mucho ir debido al frío viento, hasta que vi a un grupo de personas que regresaban del punto panorámico. "¿Vale la pena?", pregunté. "¡Totalmente!", fue su respuesta. Eso nos dio el incentivo para continuar. Cuando finalmente llegamos al lugar, su belleza nos dejó virtualmente sin habla. "¡Aahh!" fue todo lo que pudimos decir.
Pablo llegó a este punto cuando escribió acerca de la obra de Dios para salvar a los judíos y griegos en el libro de Romanos. Tres cosas acerca de Dios hicieron que él dijera "¡Aahh!".
Primero. Dios es todo sabiduría (11:33). Su plan perfecto de salvación muestra que tiene soluciones muchísimo mejores para los problemas de la vida de los que nosotros seamos capaces de idear.
Segundo. Dios es todo conocimiento. Su conocimiento es infinito. No necesita de consejero alguno (v. 34) ¡y nada le sorprende!.
Tercero. Dios es todo suficiencia (v. 35). Ninguna persona puede darle a Dios lo que Él no le haya dado a este primero. Tampoco puede jamás corresponder a Su bondad.
Podemos decir junto a Moisés: "¿Quién como tú, magnifico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" (Éxodo 15:11). ¡Qué maravilloso es el Dios a quien servimos!
Vemos la majestad de Dios en Su carácter y Su creación.
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