Lectura: Romanos 8:31-39.
"¿Quién nos separará del amor de Cristo?" Romanos 8:35
El 25 de abril de 1915, soldados del Cuerpo del Ejército de Australia y Nueva Zelanda desembarcaron en la península de Gallipoli esperando una rápida victoria. Pero la feroz resistencia de parte de la defensa turca dio como resultado un punto muerto de ocho meses durante el cual miles de soldados en ambos bandos terminaron heridos o muertos.
Muchos de los soldados de las tropas australianas y neozelandesas que fueron evacuados a Egipto visitaron el campamento de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés) en las afueras de El Cairo, donde el capellán Oswald Chambers ofreció hospitalidad y esperanza a estos hombres tan quebrantados y desilusionados por la Guerra. Con gran perspicacia y compasión, Chambers les dijo: «Ningún hombre es el mismo después de una agonía; o se vuelve mejor o se vuelve peor y la agonía de la experiencia de un hombre casi siempre es lo primero que abre su mente para entender la necesidad de la redención obrada por Jesucristo. Al final de la pared del mundo está Dios de pie con los brazos extendidos y todo hombre que es conducido hacia allí es llevado a los brazos de Dios. La cruz de Jesús es la evidencia suprema del amor de Dios».
Pablo preguntó: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?» (Romanos 8:35). Su confiada respuesta fue que nada puede separarnos del amor de Dios en Cristo (vv. 38-39).
Cuando estamos contra la pared, Dios está allí con los brazos abiertos.
El amor de Dios sigue de pie cuando todo lo demás ha caído.
"¿Quién nos separará del amor de Cristo?" Romanos 8:35
El 25 de abril de 1915, soldados del Cuerpo del Ejército de Australia y Nueva Zelanda desembarcaron en la península de Gallipoli esperando una rápida victoria. Pero la feroz resistencia de parte de la defensa turca dio como resultado un punto muerto de ocho meses durante el cual miles de soldados en ambos bandos terminaron heridos o muertos.
Muchos de los soldados de las tropas australianas y neozelandesas que fueron evacuados a Egipto visitaron el campamento de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés) en las afueras de El Cairo, donde el capellán Oswald Chambers ofreció hospitalidad y esperanza a estos hombres tan quebrantados y desilusionados por la Guerra. Con gran perspicacia y compasión, Chambers les dijo: «Ningún hombre es el mismo después de una agonía; o se vuelve mejor o se vuelve peor y la agonía de la experiencia de un hombre casi siempre es lo primero que abre su mente para entender la necesidad de la redención obrada por Jesucristo. Al final de la pared del mundo está Dios de pie con los brazos extendidos y todo hombre que es conducido hacia allí es llevado a los brazos de Dios. La cruz de Jesús es la evidencia suprema del amor de Dios».
Pablo preguntó: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?» (Romanos 8:35). Su confiada respuesta fue que nada puede separarnos del amor de Dios en Cristo (vv. 38-39).
Cuando estamos contra la pared, Dios está allí con los brazos abiertos.
El amor de Dios sigue de pie cuando todo lo demás ha caído.
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