martes, 26 de enero de 2010

LA COACCION DEL ACITE DE HIGADO DE BACALAO

Lectura: Juan 16:8-11.
"Pero cuando venga el Consolador,... , el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí" Juan 15:26
Una mujer trajo una botella de aceite de hígado de bacalao para darle a su perro para que éste pudiera tener un pelaje más saludable y brillante. Cada mañana, ella hacía palanca para abrirle la mandíbula al perro y le introducía el líquido por la garganta. El animal luchaba, pero ella persistía. ¡No sabe lo que es bueno para él! —pensaba. Fielmente ella repetía el proceso cada día.
Sin embargo, un día la botella se volcó y ella soltó al perro tan sólo por un momento para limpiar el aceite que había caído. El perro olfateó el líquido con olor a pescado y comenzó a beber a lengüetazos lo que la mujer había derramado. De hecho le encantaba la sustancia. ¡Simplemente había estado rechazando el ser coaccionado!
Algunas veces usamos un método similar para hablarles a los demás acerca de Cristo. Se le llama acorralamiento y es un tipo de enfrentamiento de tipo intenso y directo. Si bien deseamos seriamente compartir el Evangelio, puede que en vez de ello terminemos ahuyentando a las personas. En nuestro intento sincero pero excesivamente entusiasta, creamos resistencia.
Somos llamados a compartir las buenas nuevas, pero no somos responsables de que alguien acepte o rechace a Cristo. No es nuestra labor tratar de convencer a alguien de pecado. Eso es responsabilidad del Espíritu Santo (Juan 16:8).
Sé sensible al compartir con los demás acerca del sacrificio de Cristo. Percibe cuándo aminorar la marcha y deja que Dios y Su Palabra hagan la labor de convicción y atracción hacia Sí mismo.
El Espíritu convence para que Cristo pueda purificar.

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