Lectura: Romanos 12:3-13.
“Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” Romanos 12:5
Una estación de monitoreo de aire sobre una montaña en California ha detectado partículas llevadas por el viento que volaron a través del Océano Pacífico desde plantas de energía a carbón y fundiciones a miles de kilómetros de distancia. Algunos expertos predicen que, un día, las economías en expansión en otras naciones, podrían ser las responsables de un tercio de la contaminación en California. Sin embargo, Estados Unidos continúa siendo el mayor emisor de gases con efecto invernadero del mundo y otras naciones están sintiendo los efectos del consumo de energía de este país.
Un informe de la agencia de noticias Associated Press citó al científico atmosférico Dan Jaffe: «Ya no hay lugar donde podamos esconder nuestra contaminación». Todas las naciones comparten la atmósfera del mundo y las acciones de cada una de ellas afecta las demás.
Un principio similar funciona en la comunidad global de aquellos que siguen a Jesucristo. A todos nos incumbe las vidas de los demás porque nuestras acciones, buenas y malas, afectan a otros cristianos. En el cuerpo de Cristo, cada miembro le pertenece a todos los demás (Romanos 12:5). Debido a ello, se nos insta a ejercer nuestros dones espirituales (vv. 6-8), y a ser amorosos, fieles en la oración y generosos (vv. 10-13).
Puede que nuestra obediencia al Señor parezca insignificante al ver todo el panorama, pero da un aliento de frescura y vida a la atmósfera espiritual de cada creyente.
Cuando los creyentes influyen unos en otros para bien, el cuerpo de Cristo se mantiene saludable.
“Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” Romanos 12:5
Una estación de monitoreo de aire sobre una montaña en California ha detectado partículas llevadas por el viento que volaron a través del Océano Pacífico desde plantas de energía a carbón y fundiciones a miles de kilómetros de distancia. Algunos expertos predicen que, un día, las economías en expansión en otras naciones, podrían ser las responsables de un tercio de la contaminación en California. Sin embargo, Estados Unidos continúa siendo el mayor emisor de gases con efecto invernadero del mundo y otras naciones están sintiendo los efectos del consumo de energía de este país.
Un informe de la agencia de noticias Associated Press citó al científico atmosférico Dan Jaffe: «Ya no hay lugar donde podamos esconder nuestra contaminación». Todas las naciones comparten la atmósfera del mundo y las acciones de cada una de ellas afecta las demás.
Un principio similar funciona en la comunidad global de aquellos que siguen a Jesucristo. A todos nos incumbe las vidas de los demás porque nuestras acciones, buenas y malas, afectan a otros cristianos. En el cuerpo de Cristo, cada miembro le pertenece a todos los demás (Romanos 12:5). Debido a ello, se nos insta a ejercer nuestros dones espirituales (vv. 6-8), y a ser amorosos, fieles en la oración y generosos (vv. 10-13).
Puede que nuestra obediencia al Señor parezca insignificante al ver todo el panorama, pero da un aliento de frescura y vida a la atmósfera espiritual de cada creyente.
Cuando los creyentes influyen unos en otros para bien, el cuerpo de Cristo se mantiene saludable.
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