Lectura: Santiago 3:1-12.
“Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas” Santiago 3:5
Un mosquito es un insecto diminuto -pero su potencial para causar estragos es inmenso. Cuando estaba en quinto grado fui picado por mosquitos en ambas rodillas. Las picaduras se infectaron y empeoraron al punto de convertirse en un grave caso de envenenamiento de la sangre.
Durante más de un mes, me pincharon repetidamente con inyecciones de penicilina y tuvieron que abrirme las rodillas con un bisturí y drenármelas dos veces al día, todos los días, para eliminar la infección. Fue algo terriblemente doloroso y bastante aterrador para un niño de diez años. Hasta el día de hoy llevo en mis rodillas las cicatrices de los numerosos cortes con el bisturí. Todo debido a algo tan diminuto como un mosquito.
Santiago, el medio-hermano de Jesús, nos advierte de otra pequeñez que también puede ser muy destructiva. Dice que, aun cuando la lengua es pequeña, se jacta de grandes cosas. Es como una pequeña chispa que enciende un gran bosque (3:5). Aunque la lengua es pequeña, es muy grande el daño que ésta puede causar. Las palabras llevan consigo el poder sanador o una capacidad destructora muchísimo mayores que el veneno de cualquier picadura de mosquito.
Es esencial que usemos nuestras palabras con gran sabiduría y cuidado. Considera cuidadosamente las palabras que eliges. ¿Estarán sazonadas con el bálsamo de la gracia o con el veneno de la ira?
Es mejor morderte la lengua que dejar que ésta muerda a alguien más.
“Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas” Santiago 3:5
Un mosquito es un insecto diminuto -pero su potencial para causar estragos es inmenso. Cuando estaba en quinto grado fui picado por mosquitos en ambas rodillas. Las picaduras se infectaron y empeoraron al punto de convertirse en un grave caso de envenenamiento de la sangre.
Durante más de un mes, me pincharon repetidamente con inyecciones de penicilina y tuvieron que abrirme las rodillas con un bisturí y drenármelas dos veces al día, todos los días, para eliminar la infección. Fue algo terriblemente doloroso y bastante aterrador para un niño de diez años. Hasta el día de hoy llevo en mis rodillas las cicatrices de los numerosos cortes con el bisturí. Todo debido a algo tan diminuto como un mosquito.
Santiago, el medio-hermano de Jesús, nos advierte de otra pequeñez que también puede ser muy destructiva. Dice que, aun cuando la lengua es pequeña, se jacta de grandes cosas. Es como una pequeña chispa que enciende un gran bosque (3:5). Aunque la lengua es pequeña, es muy grande el daño que ésta puede causar. Las palabras llevan consigo el poder sanador o una capacidad destructora muchísimo mayores que el veneno de cualquier picadura de mosquito.
Es esencial que usemos nuestras palabras con gran sabiduría y cuidado. Considera cuidadosamente las palabras que eliges. ¿Estarán sazonadas con el bálsamo de la gracia o con el veneno de la ira?
Es mejor morderte la lengua que dejar que ésta muerda a alguien más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario