Lectura: Hechos 18:9-11
Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. —Mateo 28:20
Cuando Jesús envió a Sus discípulos a la obra, les dio esta promesa: «Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Y literalmente, al decir todos los días se refería a «cada día», según los eruditos en griego.
Jesús no dijo simplemente «todos los días», sino «cada día». Eso toma en cuenta todas nuestras diversas actividades, las circunstancias buenas y malas que nos rodean, las variadas responsabilidades que tenemos en el transcurso de nuestros días, las nubes de tormenta y los días soleados.
Nuestro Señor está presente con nosotros sin importar lo que traiga cada día. Puede que se trate de un día de gozo o de tristeza, de enfermedad o de salud, de éxito o de fracaso. Sin importar lo que nos suceda hoy, nuestro Señor está caminando a nuestro lado, fortaleciéndonos, amándonos, llenándonos de fe, esperanza y amor. Al envolvernos con Su serenidad y seguridad silenciosas, nuestros enemigos, nuestros temores, nuestras aflicciones y dudas comienzan a desvanecerse. Podemos soportar cualquier situación y circunstancia porque sabemos que el Señor está a nuestro alcance, tal y como se lo dijo a Pablo en Hechos 18:10: «Yo estoy contigo».
Disfruta en la práctica de la presencia de Dios, deteniéndote en medio de tu ajetreado día para decirte a ti mismo, «el Señor está aquí». Y ora para que veas al Invisible, y Le veas en todas partes.
Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. —Mateo 28:20
Cuando Jesús envió a Sus discípulos a la obra, les dio esta promesa: «Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Y literalmente, al decir todos los días se refería a «cada día», según los eruditos en griego.
Jesús no dijo simplemente «todos los días», sino «cada día». Eso toma en cuenta todas nuestras diversas actividades, las circunstancias buenas y malas que nos rodean, las variadas responsabilidades que tenemos en el transcurso de nuestros días, las nubes de tormenta y los días soleados.
Nuestro Señor está presente con nosotros sin importar lo que traiga cada día. Puede que se trate de un día de gozo o de tristeza, de enfermedad o de salud, de éxito o de fracaso. Sin importar lo que nos suceda hoy, nuestro Señor está caminando a nuestro lado, fortaleciéndonos, amándonos, llenándonos de fe, esperanza y amor. Al envolvernos con Su serenidad y seguridad silenciosas, nuestros enemigos, nuestros temores, nuestras aflicciones y dudas comienzan a desvanecerse. Podemos soportar cualquier situación y circunstancia porque sabemos que el Señor está a nuestro alcance, tal y como se lo dijo a Pablo en Hechos 18:10: «Yo estoy contigo».
Disfruta en la práctica de la presencia de Dios, deteniéndote en medio de tu ajetreado día para decirte a ti mismo, «el Señor está aquí». Y ora para que veas al Invisible, y Le veas en todas partes.
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. —Isaías 55:6
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