Lectura: Josué 7:16-22.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9
Una serie de juegos por computadora vienen con una característica especial llamada la «Tecla del Jefe». Si estás jugando un juego cuando se supone que deberías estar trabajando, y alguien (como el jefe) entra en tu oficina, rápidamente aprietas la Tecla del Jefe. La pantalla de tu computadora cambia de inmediato, escondiendo lo que habías estado haciendo.
Es algo natural tratar de escondernos de los demás cuando hemos estado haciendo algo malo. Puede que nos sintamos culpables, pero nuestro deseo de evitar admitir nuestra responsabilidad a menudo es más fuerte que nuestra culpa.
Acán trató de esconder su pecado. Había robado plata y oro, y los había escondido en su tienda (Josué 7:20-21). Pero cuando los israelitas fueron derrotados en batalla, el Señor le dijo a su líder Josué que habían perdido debido a que había pecado en el campamento (vv. 11-12). El Señor identificó a Acán como el que había pecado. Y aun cuando Acán confesó, él y su familia fueron ejecutados (v. 25).
Puede que no entendamos por qué Dios trató el pecado de Acán con tanta dureza, pero sí sabemos que estaba instruyendo a Su pueblo en cuanto a Su santidad y la necesidad de los israelitas de obedecer Sus mandamientos (Éxodo 20:17).
Si has estado siendo desobediente, es momento de salir de tu escondite. Dios te está llamando amorosamente y ofreciéndote Su limpieza, perdón y restauración.
La confesión es la llave que abre la puerta al perdón.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9
Una serie de juegos por computadora vienen con una característica especial llamada la «Tecla del Jefe». Si estás jugando un juego cuando se supone que deberías estar trabajando, y alguien (como el jefe) entra en tu oficina, rápidamente aprietas la Tecla del Jefe. La pantalla de tu computadora cambia de inmediato, escondiendo lo que habías estado haciendo.
Es algo natural tratar de escondernos de los demás cuando hemos estado haciendo algo malo. Puede que nos sintamos culpables, pero nuestro deseo de evitar admitir nuestra responsabilidad a menudo es más fuerte que nuestra culpa.
Acán trató de esconder su pecado. Había robado plata y oro, y los había escondido en su tienda (Josué 7:20-21). Pero cuando los israelitas fueron derrotados en batalla, el Señor le dijo a su líder Josué que habían perdido debido a que había pecado en el campamento (vv. 11-12). El Señor identificó a Acán como el que había pecado. Y aun cuando Acán confesó, él y su familia fueron ejecutados (v. 25).
Puede que no entendamos por qué Dios trató el pecado de Acán con tanta dureza, pero sí sabemos que estaba instruyendo a Su pueblo en cuanto a Su santidad y la necesidad de los israelitas de obedecer Sus mandamientos (Éxodo 20:17).
Si has estado siendo desobediente, es momento de salir de tu escondite. Dios te está llamando amorosamente y ofreciéndote Su limpieza, perdón y restauración.
La confesión es la llave que abre la puerta al perdón.
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