Lectura: Juan 17:20-26.
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13:35
Esta es la época de recibir catálogos por correo. Cada ida al buzón termina con un cargamento de catálogos ingeniosos pero insustanciales por las fiestas. Cada uno afirma ofrecerme algo que necesito -de inmediato. «¡No espere!» «¡Oferta limitada!» «¡Pídalo ahora!»
El señuelo funciona. Abro las páginas para descubrir lo que no sabía que necesitaba. Ciertamente, veo cosas que de repente parecen esenciales, aun cuando hacía unos cuantos minutos ni siquiera sabía que existían. Los fabricantes usan las ilustraciones de los catálogos para desarrollar un deseo por sus productos.
En cierta manera, los cristianos son los catálogos de Dios. Somos Su ilustración al mundo de lo que Él tiene para ofrecer. Su obra en nuestras vidas hace de nosotros una fotografía de las cualidades que tal vez las personas no sepan que necesitan o quieren hasta que las ven funcionando en nosotros.
Jesús oró porque Sus seguidores estuvieran unidos para que el mundo supiera que Dios Le había enviado a Él y les amaba a ellos tal y como Dios Le amaba a Él (Juan 17:23). Cuando Cristo está vivo en nosotros, nos convertimos en ejemplos del amor de Dios. No podemos fabricar amor. Dios es el fabricante y nosotros somos Su trabajo.
Al mirar los catálogos por las fiestas, considera que el «catálogo» de tu vida habla acerca de Dios. ¿Ven las personas cualidades en ti que hacen que anhelen a Dios?
Como cristiano, eres la “publicidad de Dios”. ¿Quieren las personas lo que ven en ti?
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13:35
Esta es la época de recibir catálogos por correo. Cada ida al buzón termina con un cargamento de catálogos ingeniosos pero insustanciales por las fiestas. Cada uno afirma ofrecerme algo que necesito -de inmediato. «¡No espere!» «¡Oferta limitada!» «¡Pídalo ahora!»
El señuelo funciona. Abro las páginas para descubrir lo que no sabía que necesitaba. Ciertamente, veo cosas que de repente parecen esenciales, aun cuando hacía unos cuantos minutos ni siquiera sabía que existían. Los fabricantes usan las ilustraciones de los catálogos para desarrollar un deseo por sus productos.
En cierta manera, los cristianos son los catálogos de Dios. Somos Su ilustración al mundo de lo que Él tiene para ofrecer. Su obra en nuestras vidas hace de nosotros una fotografía de las cualidades que tal vez las personas no sepan que necesitan o quieren hasta que las ven funcionando en nosotros.
Jesús oró porque Sus seguidores estuvieran unidos para que el mundo supiera que Dios Le había enviado a Él y les amaba a ellos tal y como Dios Le amaba a Él (Juan 17:23). Cuando Cristo está vivo en nosotros, nos convertimos en ejemplos del amor de Dios. No podemos fabricar amor. Dios es el fabricante y nosotros somos Su trabajo.
Al mirar los catálogos por las fiestas, considera que el «catálogo» de tu vida habla acerca de Dios. ¿Ven las personas cualidades en ti que hacen que anhelen a Dios?
Como cristiano, eres la “publicidad de Dios”. ¿Quieren las personas lo que ven en ti?
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