lunes, 2 de noviembre de 2009

¿DAME!

Lectura: Santiago 3:13-18.
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos; ni vuestros caminos mis caminos" Isaías 55:8
Escuché los gritos mucho antes de poder ver de quién provenían, pero al avanzar con mi carrito de compras y dar la vuelta al siguiente pasillo del supermercado, ¡allí estaba él!
Con lágrimas de ira brotándole de los ojitos entrecerrados, el pequeñín gritaba: «¡Dame!». Su mamá me miró por un momento. No voy a discutir si hizo lo correcto o no, pero, avergonzada y exhausta, tomó la baratija y la echó en su carrito.
Creo que reconocí a ese niñito. Se parecía mucho a mí. Sí, a menudo he sido la niña testaruda. Y algunas veces incluso le he suplicado a Dios:«¿Por qué no? ¿Por qué no puedo tenerlo?» En ocasiones, Dios me ha dado lo que quería, pero no porque yo Le agotara. No, creo que lo que Él quería era que yo viera lo que sucede cuando me dispongo a asumir la responsabilidad de mis acciones.
Lo que pensamos que es lo mejor no es necesariamente lo mejor que Dios desea para nosotros. En Isaías 55:8, el Señor dijo:«Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos; ni vuestros caminos Mis caminos».
En su libro Days of Grace (Días de Gracia), el campeón de tenis Arthur Ashe parafraseó a Santiago 1:5 cuando le escribió este consejo a su hijita: «Pídele a Dios la sabiduría para saber lo que está bien, lo que Dios quiere que se haga y la voluntad para hacerlo».
Esa es exactamente la clase de oración sincera que Dios quiere escuchar de Sus hijos.
Si Dios no nos da lo que pedimos, podemos estar seguros que Él tiene algo muchísimo mejor.

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