Lectura: Hechos 5:1-11.
“¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios” Hechos 5:4
Después del episodio final del programa de televisión del 2002, Survivor: Africa (Sobreviviente: África), un resumen especial se centró en los finalistas de la competencia. El presentador del programa, Jeff Probst, dijo que el vencedor ganó «en gran medida porque se apegó a sus principios». Más tarde el campeón explicó que quería ganar pero manteniendo su «dignidad y el respeto por sí mismo». Dando mayores detalles, continuó diciendo que no se tiene que mentir, hacer trampa o hacer cosas turbias para ganar. Se puede ser competitivo y, sin embargo, mantenerse veraz y agradable. En pocas palabras, no permitió discrepancia alguna entre la imagen y la realidad.
En el libro de Hechos leemos acerca de Ananías y Safira, quienes sí tenían abierta una brecha entre aquello por lo que querían que se les conociera y quienes eran en realidad (5:1-11). Satanás puso en sus corazones un plan lleno de mentiras.
Vendieron una propiedad pero sólo trajeron una parte del dinero a los apóstoles fingiendo que estaban dando el valor total de lo recaudado. Querían que se les reconociera como una pareja generosa, pero no eran lo que aparentaban ser. Esta brecha hizo que mintieran al Espíritu Santo y a la comunidad de fe. Pagaron un precio terrible -la muerte. Su ejemplo prevalece como una severa advertencia a todos nosotros.
¿Qué discrepancias hemos permitido en nuestras vidas? Debemos confesarlas y cerrar las brechas.
Integridad significa jamás tener que mirar por encima de nuestros hombros.
“¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios” Hechos 5:4
Después del episodio final del programa de televisión del 2002, Survivor: Africa (Sobreviviente: África), un resumen especial se centró en los finalistas de la competencia. El presentador del programa, Jeff Probst, dijo que el vencedor ganó «en gran medida porque se apegó a sus principios». Más tarde el campeón explicó que quería ganar pero manteniendo su «dignidad y el respeto por sí mismo». Dando mayores detalles, continuó diciendo que no se tiene que mentir, hacer trampa o hacer cosas turbias para ganar. Se puede ser competitivo y, sin embargo, mantenerse veraz y agradable. En pocas palabras, no permitió discrepancia alguna entre la imagen y la realidad.
En el libro de Hechos leemos acerca de Ananías y Safira, quienes sí tenían abierta una brecha entre aquello por lo que querían que se les conociera y quienes eran en realidad (5:1-11). Satanás puso en sus corazones un plan lleno de mentiras.
Vendieron una propiedad pero sólo trajeron una parte del dinero a los apóstoles fingiendo que estaban dando el valor total de lo recaudado. Querían que se les reconociera como una pareja generosa, pero no eran lo que aparentaban ser. Esta brecha hizo que mintieran al Espíritu Santo y a la comunidad de fe. Pagaron un precio terrible -la muerte. Su ejemplo prevalece como una severa advertencia a todos nosotros.
¿Qué discrepancias hemos permitido en nuestras vidas? Debemos confesarlas y cerrar las brechas.
Integridad significa jamás tener que mirar por encima de nuestros hombros.
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