Lectura: 1 Juan 2:12-17.
“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2:17
La pornografía, una vez una industria hermética a puertas cerradas, se da ahora a plena luz. El fácil acceso y el anonimato de Internet la han convertido en un «negocio» de miles y miles de millones de dólares al año. Pero deja tras sí una estela de familias destruidas, líderes cristianos inefectivos y hombres que han perdido el respeto de sus seres queridos.
El apóstol Juan era conocido por su gran amor por Cristo y Su iglesia. En 1 Juan 2:12-17, advirtió a los padres y los jóvenes contra estos tres deseos:
- El deseo de la carne. El apetito insaciable por permitirse placeres que inflaman la carne pero que nunca satisfacen.
- Los deseos de los ojos. Ojos que se desvían y que continuamente quieren más riquezas y posesiones pero que siempre se mantienen codiciosos.
- La vanagloria de la vida. La mente vana que tiene sed de los aplausos de los hombres. Pero la gloria se evapora rápidamente.
La pornografía daña tanto a los usuarios como a las víctimas. Alimenta deseos lujuriosos de maneras que nunca satisfacen. La verdadera satisfacción sólo se encuentra cuando le damos nuestro afecto a aquellas cosas que son eternas -a una relación correcta con nuestro Padre celestial y con las personas a quienes ha creado a Su imagen.
«Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (v. 17).
La paz interior surge de la pureza interior.
“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2:17
La pornografía, una vez una industria hermética a puertas cerradas, se da ahora a plena luz. El fácil acceso y el anonimato de Internet la han convertido en un «negocio» de miles y miles de millones de dólares al año. Pero deja tras sí una estela de familias destruidas, líderes cristianos inefectivos y hombres que han perdido el respeto de sus seres queridos.
El apóstol Juan era conocido por su gran amor por Cristo y Su iglesia. En 1 Juan 2:12-17, advirtió a los padres y los jóvenes contra estos tres deseos:
- El deseo de la carne. El apetito insaciable por permitirse placeres que inflaman la carne pero que nunca satisfacen.
- Los deseos de los ojos. Ojos que se desvían y que continuamente quieren más riquezas y posesiones pero que siempre se mantienen codiciosos.
- La vanagloria de la vida. La mente vana que tiene sed de los aplausos de los hombres. Pero la gloria se evapora rápidamente.
La pornografía daña tanto a los usuarios como a las víctimas. Alimenta deseos lujuriosos de maneras que nunca satisfacen. La verdadera satisfacción sólo se encuentra cuando le damos nuestro afecto a aquellas cosas que son eternas -a una relación correcta con nuestro Padre celestial y con las personas a quienes ha creado a Su imagen.
«Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (v. 17).
La paz interior surge de la pureza interior.
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