Lectura: Mateo 15:1-11.
"Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí" Mateo 15:8
El 22 de junio del 2002, un jugador estrella del béisbol que lanzaba para un renombrado equipo fue encontrado muerto en su habitación en un hotel de Chicago. Era joven, físicamente activo y parecía estar bien de salud. Sin embargo, la autopsia reveló que el 90% de dos de sus tres arterias coronarias estaban bloqueadas, su corazón era demasiado grande, y tenía un coágulo de sangre en una de las arterias. Su apariencia indujo erróneamente a muchos a pensar que él era físicamente sano.
Jesús dijo que las apariencias pueden engañar a las personas llevándolas a pensar que son espiritualmente sanas. Después de que los fariseos Le acusaran a Él y a Sus seguidores de quebrantar las tradiciones religiosas al no lavarse las manos antes de comer, Jesús dijo que los fariseos habían sustituido los mandamientos de Dios por tradiciones religiosas creadas por los hombres. Él les recordó que la justicia del reino no era un trabajo que se hiciera de afuera hacia adentro sino una obra de Dios que se hacía de adentro hacia fuera. Jesús dijo que parecían impresionantes espiritualmente, pero sus corazones estaban enfermos y distantes: «[Ellos] de labios Me honra[n]; mas su corazón está lejos de Mí» (Mateo 15:8). Sus palabras jamás coincidían con sus acciones, generando así el hijo ilegítimo de la hipocresía.
La salud espiritual no se determina por la manera en que se nos ve, sino por la manera en que vivimos. Pidámosle a Dios que nos examine, conozca nuestros corazones, nos pruebe y nos guíe en Su camino (Salmos 139:23-24).
Al hablar de lo que tengamos que hablar, asegurémonos de andar por donde debemos andar.
"Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí" Mateo 15:8
El 22 de junio del 2002, un jugador estrella del béisbol que lanzaba para un renombrado equipo fue encontrado muerto en su habitación en un hotel de Chicago. Era joven, físicamente activo y parecía estar bien de salud. Sin embargo, la autopsia reveló que el 90% de dos de sus tres arterias coronarias estaban bloqueadas, su corazón era demasiado grande, y tenía un coágulo de sangre en una de las arterias. Su apariencia indujo erróneamente a muchos a pensar que él era físicamente sano.
Jesús dijo que las apariencias pueden engañar a las personas llevándolas a pensar que son espiritualmente sanas. Después de que los fariseos Le acusaran a Él y a Sus seguidores de quebrantar las tradiciones religiosas al no lavarse las manos antes de comer, Jesús dijo que los fariseos habían sustituido los mandamientos de Dios por tradiciones religiosas creadas por los hombres. Él les recordó que la justicia del reino no era un trabajo que se hiciera de afuera hacia adentro sino una obra de Dios que se hacía de adentro hacia fuera. Jesús dijo que parecían impresionantes espiritualmente, pero sus corazones estaban enfermos y distantes: «[Ellos] de labios Me honra[n]; mas su corazón está lejos de Mí» (Mateo 15:8). Sus palabras jamás coincidían con sus acciones, generando así el hijo ilegítimo de la hipocresía.
La salud espiritual no se determina por la manera en que se nos ve, sino por la manera en que vivimos. Pidámosle a Dios que nos examine, conozca nuestros corazones, nos pruebe y nos guíe en Su camino (Salmos 139:23-24).
Al hablar de lo que tengamos que hablar, asegurémonos de andar por donde debemos andar.
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