Lectura: 2 Timoteo 4:9-18.
"En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta" 2 Timoteo 4:16
Tan sólo unos días antes de su muerte, Gandhi escribió: «Todo a mi alrededor es oscuridad; estoy orando por luz». En contraste, las últimas palabras que se registran de D. L. Moody son: «¡Este es mi triunfo; este es mi día de coronación! ¡Es glorioso!» En ambos casos, estas últimas palabras fueron expresiones significativas por parte de quienes las pronunciaron, de sus perspectivas en cuanto a la vida, la muerte y todo lo que había entre ellas.
Aparte de algunos saludos personales, las últimas palabras registradas de Pablo no sólo trataron acerca de lo que él había hecho en su vida y su ministerio, sino más bien acerca de cómo veía a las personas. Lo que lo hace aún más significativo es que algunas de estas palabras eran acerca de personas que le habían decepcionado.
Con respecto a una persona que le había hecho daño al oponerse a su ministerio, Pablo confió en que el Señor trataría con ella. Y al considerar a aquellos que le habían abandonado cuando fue encarcelado, les pidió a los demás que les trataran con gracia: «En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta» (2 Timoteo 4:16). Sus últimas palabras fueron de compasión y amabilidad en vez de dureza y represalia.
¿Mostrarán nuestras últimas palabras la gracia de Cristo o la amargura de un corazón herido? Nuestra respuesta debe hacer impacto en las palabras que usamos hoy.
¿Qué palabras serán tu legado?
"En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta" 2 Timoteo 4:16
Tan sólo unos días antes de su muerte, Gandhi escribió: «Todo a mi alrededor es oscuridad; estoy orando por luz». En contraste, las últimas palabras que se registran de D. L. Moody son: «¡Este es mi triunfo; este es mi día de coronación! ¡Es glorioso!» En ambos casos, estas últimas palabras fueron expresiones significativas por parte de quienes las pronunciaron, de sus perspectivas en cuanto a la vida, la muerte y todo lo que había entre ellas.
Aparte de algunos saludos personales, las últimas palabras registradas de Pablo no sólo trataron acerca de lo que él había hecho en su vida y su ministerio, sino más bien acerca de cómo veía a las personas. Lo que lo hace aún más significativo es que algunas de estas palabras eran acerca de personas que le habían decepcionado.
Con respecto a una persona que le había hecho daño al oponerse a su ministerio, Pablo confió en que el Señor trataría con ella. Y al considerar a aquellos que le habían abandonado cuando fue encarcelado, les pidió a los demás que les trataran con gracia: «En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta» (2 Timoteo 4:16). Sus últimas palabras fueron de compasión y amabilidad en vez de dureza y represalia.
¿Mostrarán nuestras últimas palabras la gracia de Cristo o la amargura de un corazón herido? Nuestra respuesta debe hacer impacto en las palabras que usamos hoy.
¿Qué palabras serán tu legado?
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