domingo, 9 de agosto de 2009

UNA RESPUESTA AMABLE

La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. Proverbios 15.1

MIENTRAS esperaba para que alguien tomara el teléfono, estaba tensa. Tenía una queja y ellos iban a oírme. «Hola, estaba llamando con relación a la computadora que su esposo me vendió», le dije sin perder tiempo. «La computadora no se enciende, no lo ha hecho hace un mes. ¿Cree que él podría arreglarla?». Quería que supieran que lo decía en serio, y no quería perder tiempo con excusas. Pero no hubo excusas.

«Oh, lo siento mucho», fue la respuesta compasiva al otro lado de la línea. «¡Qué frustrante no poder utilizar su computadora! Tan pronto llegue mi esposo, le diré lo que ocurre».

Colgué el teléfono, sintiéndome un poco necia. Sus palabras amables desvanecieron mi ira. Entonces comprendí: ¿Cuántas veces cuando tenemos una queja legítima, nos sentimos con el derecho de ser rudos y enojarnos? Aunque todos/as tenemos que lidiar con nuestros retos y enojos, como cristianos podemos enfrentarlos con bondad y así representar bien a Cristo.

Nunca conocí a esta mujer, pero me enseñó un lección que nunca olvidaré. Su respuesta amable me enseñó más que los mensajes más elocuentes que haya escuchado.

Sa. Gabriella P. Savaresse (Nuevo México, EUA)

Oración:
Padre, ayúdanos a imitar el carácter de tu hijo, Jesús, en los tiempos buenos y cuando estamos frustrados. Amén.

PENSAMIENTO PARA EL DÍA

Dios nos ayuda a dar una respuesta tierna cuando estamos enojados.

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