Lectura: Salmo 88.
“¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma? ¿Por qué escondes de mí Tu rostro?” Salmos 88:14
Una vez escribí un libro titulado Disappointment With God (Decepcionado con Dios). Mis editores se preocuparon que pareciera una herejía presentar un libro con semejante título en las librerías cristianas. Sin embargo, durante el proceso de su redacción, encontré que la Biblia incluye relatos detallados de personas profundamente decepcionadas con Dios. Job y Moisés hablaron seriamente con Dios, al igual que Habacuc, Jeremías y muchos de los salmistas no identificados.
Parece extraño que los escritos sagrados incluyan escenas de fracaso espiritual, pero esto refleja un principio importante. Un terapeuta matrimonial advertirá a las parejas: «Puede que su relación empeore antes de que comience a mejorar». Los malos entendidos deben quedar expuestos antes de que pueda florecer la verdadera comprensión. Los salmistas no racionalizan la ira ni dan consejos abstractos sobre el sufrimiento; más bien, expresan las emociones de manera vívida y en voz alta, dirigiendo sus sentimientos fundamentalmente hacia Dios. La conclusión angustiada del Salmo 88 provee amplia evidencia de ello (vv. 13-18).
Los salmos presentan un mosaico de terapia espiritual en proceso. La duda, la paranoia, el atolondramiento, el deleite, el odio, el gozo, la alabanza, los sentimientos vengativos, la traición; encontramos todos estos sentimientos en los salmos. En ellos aprendo a llevarle a Dios todo lo que yo siento acerca de Él. No necesito disimular mis fracasos; es mucho mejor llevarle mi debilidad a Él, quien es el único con el poder para dar sanidad.
Una conversación honesta con Dios es el primer paso para encontrar la serenidad.
“¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma? ¿Por qué escondes de mí Tu rostro?” Salmos 88:14
Una vez escribí un libro titulado Disappointment With God (Decepcionado con Dios). Mis editores se preocuparon que pareciera una herejía presentar un libro con semejante título en las librerías cristianas. Sin embargo, durante el proceso de su redacción, encontré que la Biblia incluye relatos detallados de personas profundamente decepcionadas con Dios. Job y Moisés hablaron seriamente con Dios, al igual que Habacuc, Jeremías y muchos de los salmistas no identificados.
Parece extraño que los escritos sagrados incluyan escenas de fracaso espiritual, pero esto refleja un principio importante. Un terapeuta matrimonial advertirá a las parejas: «Puede que su relación empeore antes de que comience a mejorar». Los malos entendidos deben quedar expuestos antes de que pueda florecer la verdadera comprensión. Los salmistas no racionalizan la ira ni dan consejos abstractos sobre el sufrimiento; más bien, expresan las emociones de manera vívida y en voz alta, dirigiendo sus sentimientos fundamentalmente hacia Dios. La conclusión angustiada del Salmo 88 provee amplia evidencia de ello (vv. 13-18).
Los salmos presentan un mosaico de terapia espiritual en proceso. La duda, la paranoia, el atolondramiento, el deleite, el odio, el gozo, la alabanza, los sentimientos vengativos, la traición; encontramos todos estos sentimientos en los salmos. En ellos aprendo a llevarle a Dios todo lo que yo siento acerca de Él. No necesito disimular mis fracasos; es mucho mejor llevarle mi debilidad a Él, quien es el único con el poder para dar sanidad.
Una conversación honesta con Dios es el primer paso para encontrar la serenidad.
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