lunes, 6 de julio de 2009

¿PARA QUE MOLESTARSE CON LA IGLESIA

Lectura: Efesios 4:1-16.
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos” Hebreos 10:24-25
Winston Churchill dijo una vez que él prefería relacionarse con la iglesia como un arbotante: La apoyaba desde afuera. (Un arbotante es un apoyo externo que refuerza las paredes de las antiguas catedrales). Intenté esa estrategia por un tiempo, después de llegar a creer la doctrina cristiana sinceramente y de comprometerme con Dios.
No estoy solo en esto. Son menos las personas que asisten a la iglesia los domingos que las que afirman que siguen a Cristo. Algunas se sienten estafadas por alguna experiencia anterior. Otras simplemente «no sacan nada de la iglesia». ¿Para qué molestarse?
Hoy, apenas podría imaginar mi vida sin la iglesia. La iglesia ha llenado una necesidad en mí que no puede satisfacerse de ningún otro modo. Un líder de la iglesia primitiva escribió: «El alma virtuosa que está sola... es como el carbón encendido que está solo. Más que calentarse, se enfriará».

El cristianismo no es una fe puramente intelectual e interna. Sólo puede vivirse en comunidad. A un nivel profundo, percibo que la iglesia contiene algo que necesito desesperadamente. Siempre que abandonaba la iglesia por algún tiempo, descubría que era yo quien sufría. Mi fe se marchitaba, y la costra que era la coraza del desamor crecía sobre mí, cubriéndome. Más que calentarme, me enfriaba.
Y así, mis andanzas lejos de la iglesia siempre me traían de vuelta a ella.
La iglesia no es un circulo selecto para unos cuantos, sino un centro espiritual abierto para todos.

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