miércoles, 20 de mayo de 2009

DOLOR PRODUCTIVO

Lectura: Romanos 8:18-30.
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados" Romanos 8:28
Nunca olvidaré cuando nuestro hijo menor, Mateo, se cayó y se rompió la muñeca. ¡Se veía grotesco! Su brazo daba un agudo giro hacia la izquierda a la altura de su muñeca, y luego volvía a girar para reanudar su dirección normal hacia su mano. Le llevamos volando al hospital donde el doctor comenzó a encajarle la muñeca. Observaba mientras el médico estiraba y torcía el brazo de Mateo. ¡Yo quería saltar y alejarle de mi hijo! Pero sólo me senté y observé, sabiendo que la agonía era necesaria para que Mateo quedara restablecido. Si confiamos en los doctores terrenales para que le hagan eso a nuestros hijos, cuánto más debemos estar dispuestos a confiar en Dios, el Gran Médico, para que vuelva a colocar nuestras vidas rotas "para que fuesen hech[a]s conforme [...] a la imagen de Su hijo" (Romanos 8:29). Uno de los propósitos de Dios con el dolor es colocar la marca de la imagen de Jesús en nuestros corazones. ¿Podemos llorar con los que lloran? Puede que Dios tenga que surcar nuestras mejillas con nuestras propias lágrimas para que podamos identificarnos auténticamente con los demás, tal y como Jesús lo hizo. ¿Somos autosuficientes? Puede que Dios tenga que despojarnos de nuestra seguridad para conformarnos a la suficiencia de Dios que Cristo mostró. ¿Somos carentes de fe? Puede que se requiera una tragedia para enseñarnos a confiar en el Padre tal y como lo hizo Jesús. La próxima vez que te sientas quebrantado, no entres en pánico - ¡alábale! ¡Dios está obrando!
El propósito de Dios con el dolor es colocar la marca de la imagen de Jesús en nuestros corazones.

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