“Adoren al Señor con alegría y temor; inclínense ante él con temblor” Salmo 2:11
Si hoy deseo progresar en la virtud, necesito vivir en el temor del Señor y no buscar mi propia libertad, pero sí disciplinar mis sentidos y evitar la necedad vacía. Es un gran avance cuando el hombre considera y medita en su estado real de la vida y sobre los múltiples peligros de su alma, pues de esa manera se acerca perfectamente a la felicidad de la vida.
Cuando no atiendo a mis propias fallas, frecuentemente doy espacio a la risa vacía y preparo el camino a mi propia destrucción. Ninguna libertad es genuina y ningún regocijo es optimo a menos que esté fundamentado en el temor al Señor y en una buena conciencia y hoy quiero temer a Dios.
Feliz es el hombre que puede echar el peso de cada cuidado y recordar que sólo Dios le puede ayudar en largo camino de su diario vivir. Feliz es el hombre que lanza de su propia alma toda mancilla o pecado que carga su conciencia.
Feliz es el hombre que guarda su ojo para examinarse a si mismo y amonestarse a si mismo, antes de que otros lo hagan con él. Él tiene cuidado de conducirse así mismo con pureza porque en el fondo siente profunda reverencia hacia Dios y como José , puede decir: Cómo le haré esto al Señor.
Hoy es un buen día para temer al Señor y adorarle con alegría. Se que hoy necesito considerarme indigno de todos los favores recibidos de Dios y entender que si los recibo es por su gracia y bondad . Hoy quiero mantenerme contrito y humillado ante el Señor, porque si así lo hago el mundo me parecerá amargo y fastidioso y por ello jamás tomaré sus caminos.
Hoy oro humildemente al Señor que pueda darme espíritu de contrición. Hoy es día de oportunidad para adorarle mientras vivo en absoluta y completa reverencia a él. Me doblego ante su presencia y me humillo con gozo sabiendo que en ese espíritu podré contemplar cada falla de mi vida a la luz de la santidad de Dios.
Señor: Gracias por tu bondad y misericordia tan infinita. Hoy quiero reverenciar tu presencia y permitir que tu Santo Espíritu me escudriñe en tu santidad. Hoy quiero echar de mi alma toda carga que me asedia y vivir en genuino y completo arrepentimiento.
Se que este día es una oportunidad más recibida de tu mano para vivir en la pureza que tu presencia requiere. Señor, trata con las partes profundas de mi vida y mientras tanto yo te adorare con alegría. Amén.
Si hoy deseo progresar en la virtud, necesito vivir en el temor del Señor y no buscar mi propia libertad, pero sí disciplinar mis sentidos y evitar la necedad vacía. Es un gran avance cuando el hombre considera y medita en su estado real de la vida y sobre los múltiples peligros de su alma, pues de esa manera se acerca perfectamente a la felicidad de la vida.
Cuando no atiendo a mis propias fallas, frecuentemente doy espacio a la risa vacía y preparo el camino a mi propia destrucción. Ninguna libertad es genuina y ningún regocijo es optimo a menos que esté fundamentado en el temor al Señor y en una buena conciencia y hoy quiero temer a Dios.
Feliz es el hombre que puede echar el peso de cada cuidado y recordar que sólo Dios le puede ayudar en largo camino de su diario vivir. Feliz es el hombre que lanza de su propia alma toda mancilla o pecado que carga su conciencia.
Feliz es el hombre que guarda su ojo para examinarse a si mismo y amonestarse a si mismo, antes de que otros lo hagan con él. Él tiene cuidado de conducirse así mismo con pureza porque en el fondo siente profunda reverencia hacia Dios y como José , puede decir: Cómo le haré esto al Señor.
Hoy es un buen día para temer al Señor y adorarle con alegría. Se que hoy necesito considerarme indigno de todos los favores recibidos de Dios y entender que si los recibo es por su gracia y bondad . Hoy quiero mantenerme contrito y humillado ante el Señor, porque si así lo hago el mundo me parecerá amargo y fastidioso y por ello jamás tomaré sus caminos.
Hoy oro humildemente al Señor que pueda darme espíritu de contrición. Hoy es día de oportunidad para adorarle mientras vivo en absoluta y completa reverencia a él. Me doblego ante su presencia y me humillo con gozo sabiendo que en ese espíritu podré contemplar cada falla de mi vida a la luz de la santidad de Dios.
Señor: Gracias por tu bondad y misericordia tan infinita. Hoy quiero reverenciar tu presencia y permitir que tu Santo Espíritu me escudriñe en tu santidad. Hoy quiero echar de mi alma toda carga que me asedia y vivir en genuino y completo arrepentimiento.
Se que este día es una oportunidad más recibida de tu mano para vivir en la pureza que tu presencia requiere. Señor, trata con las partes profundas de mi vida y mientras tanto yo te adorare con alegría. Amén.
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