Lectura: Lucas 23:33-43
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. —Lucas 23:43
Un pastor del desierto de Israel, de 110 años de edad, fue internado en un hospital de Beerseba por un ataque cardíaco. A pesar de su edad, los doctores se esforzaron por salvarle. Se cree que éste es el paciente más anciano que se haya tratado exitosamente con medicamentos anticoagulantes. Un portavoz del hospital informó que el pastor regresó a su tienda en el desierto del Néguev para pastorear sus cabras.
La atención brindada a este hombre de 110 años refleja la manera en que Jesús respondió a aquellas personas que nosotros consideramos que se encuentran más allá de toda ayuda. Su capacidad y disposición a ir más allá de las barreras sociales para ayudar a los leprosos y a los marginados sociales sobrepasó las expectativas normales de lo que haría una persona buena.
Incluso en la agonía de Su propio sufrimiento, Jesús le tendió la mano a un moribundo a quien todos los demás consideraban más allá de toda ayuda. El hombre era un criminal, condenado a morir y a sólo horas de entrar a una eternidad perdida. En ese momento, Jesús respondió al clamor de ayuda de este hombre y dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43).
¿Conoces a alguien que parezca encontrarse más allá de toda ayuda hoy? Tal vez creas que eres tú quien no tiene esperanza. El Dios de la Biblia se especializa en dar ayuda a aquellos a quienes se les considera tan ancianos, tan culpables o tan débiles que se encuentran más allá de toda ayuda.
La fortaleza de Dios se aprecia mejor en nuestra debilidad.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. —Lucas 23:43
Un pastor del desierto de Israel, de 110 años de edad, fue internado en un hospital de Beerseba por un ataque cardíaco. A pesar de su edad, los doctores se esforzaron por salvarle. Se cree que éste es el paciente más anciano que se haya tratado exitosamente con medicamentos anticoagulantes. Un portavoz del hospital informó que el pastor regresó a su tienda en el desierto del Néguev para pastorear sus cabras.
La atención brindada a este hombre de 110 años refleja la manera en que Jesús respondió a aquellas personas que nosotros consideramos que se encuentran más allá de toda ayuda. Su capacidad y disposición a ir más allá de las barreras sociales para ayudar a los leprosos y a los marginados sociales sobrepasó las expectativas normales de lo que haría una persona buena.
Incluso en la agonía de Su propio sufrimiento, Jesús le tendió la mano a un moribundo a quien todos los demás consideraban más allá de toda ayuda. El hombre era un criminal, condenado a morir y a sólo horas de entrar a una eternidad perdida. En ese momento, Jesús respondió al clamor de ayuda de este hombre y dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43).
¿Conoces a alguien que parezca encontrarse más allá de toda ayuda hoy? Tal vez creas que eres tú quien no tiene esperanza. El Dios de la Biblia se especializa en dar ayuda a aquellos a quienes se les considera tan ancianos, tan culpables o tan débiles que se encuentran más allá de toda ayuda.
La fortaleza de Dios se aprecia mejor en nuestra debilidad.
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