viernes, 19 de diciembre de 2008

Lectura: Marcos 12:12-17, 41-44
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. -1 Timoteo 6:8
La esposa del autor Calvin Trillin, Alicia, tenía una opinión única del impuesto a la renta. Ella creía que «después de un cierto nivel de ingresos, el gobierno simplemente debía quedárselo todo». Ella pensaba que debía haber un límite en cuanto a la cantidad de dinero que se debía permitir que las personas conservaran para sí. Al escribir en una importante publicación, Trillin dijo de su esposa: «Ella creía en el principio de lo suficiente».
En Marcos 12, Jesús evitó una trampa cuidadosamente puesta al decirles a Sus inquisidores: «Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (v. 17). Cuando Jesús observó a las personas dando sus ofrendas al tesoro del templo, Él elogió a una mujer que habría sido considerada insensata por su extravagancia. «De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento» (vv. 43-44).
Jesús le dio más importancia al amor incondicional por Dios que a la preocupación total por las necesidades materiales. Su actitud serena hacia el dinero y las posesiones se basaba en la confianza en que Su Padre proveería para las necesidades de cada día. «Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad» (Mateo 6:8).
Lo suficiente. ¡Qué concepto!
La satisfacción no es obtener lo que queremos sino estar satisfechos con lo que tenemos.

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