martes, 2 de diciembre de 2008

LA INUNDACION DE JOHSTOWN

Lectura: Rut 1:8-17
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. -Rut 1:16
El 31 de mayo de 1998, una fuerte tormenta llenó el Lago Conemaugh en Pennsylvania hasta que su represa finalmente cedió. Un muro de agua de 12 metros de alto y que se desplazaba a 64 kilómetros por hora se precipitó sobre el valle hacia la ciudad de Johnstown. El torrente cogió a su paso edificaciones, animales y seres humanos, lanzándolos estrepitosamente por el canal de desagüe. Cuando el lago se vació, los escombros cubrían un área de 121 kilómetros cuadrados y 2.209 personas perdieron la vida.
Al principio, pasmados ante la pérdida de sus posesiones y seres queridos, los sobrevivientes se sintieron impotentes. Pero más tarde, los líderes de la comunidad dieron discursos acerca de cómo los pobladores podían reconstruir la industria local y sus hogares. Esto actuó como un bálsamo sanador, y los sobrevivientes pusieron manos a la obra con energía. Johnstown fue reconstruida y hoy es una ciudad floreciente con una población de unos 28.000 habitantes.
La Biblia nos dice que cuando Noemí se desesperó por la pérdida de su esposo y sus hijos, su nuera Rut se negó a dejarla. En vez de ello, Rut se centró en Dios, sus relaciones y el futuro. Dios recompensó su fe proveyendo para ellas y haciendo de Rut una antepasada de Jesucristo (Mt. 1:5-16).
Después de una trágica pérdida, debemos mirar los recursos y relaciones que todavía quedan y confiar en que Dios los usará. Esto puede inspirar la esperanza de la reconstrucción de una nueva vida.
Nadie está sin esperanzas si su esperanza está en Dios.

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