Lectura: Rut 1:8-17
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. -Rut 1:16
El 31 de mayo de 1998, una fuerte tormenta llenó el Lago Conemaugh en Pennsylvania hasta que su represa finalmente cedió. Un muro de agua de 12 metros de alto y que se desplazaba a 64 kilómetros por hora se precipitó sobre el valle hacia la ciudad de Johnstown. El torrente cogió a su paso edificaciones, animales y seres humanos, lanzándolos estrepitosamente por el canal de desagüe. Cuando el lago se vació, los escombros cubrían un área de 121 kilómetros cuadrados y 2.209 personas perdieron la vida.
Al principio, pasmados ante la pérdida de sus posesiones y seres queridos, los sobrevivientes se sintieron impotentes. Pero más tarde, los líderes de la comunidad dieron discursos acerca de cómo los pobladores podían reconstruir la industria local y sus hogares. Esto actuó como un bálsamo sanador, y los sobrevivientes pusieron manos a la obra con energía. Johnstown fue reconstruida y hoy es una ciudad floreciente con una población de unos 28.000 habitantes.
La Biblia nos dice que cuando Noemí se desesperó por la pérdida de su esposo y sus hijos, su nuera Rut se negó a dejarla. En vez de ello, Rut se centró en Dios, sus relaciones y el futuro. Dios recompensó su fe proveyendo para ellas y haciendo de Rut una antepasada de Jesucristo (Mt. 1:5-16).
Después de una trágica pérdida, debemos mirar los recursos y relaciones que todavía quedan y confiar en que Dios los usará. Esto puede inspirar la esperanza de la reconstrucción de una nueva vida.
Nadie está sin esperanzas si su esperanza está en Dios.
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. -Rut 1:16
El 31 de mayo de 1998, una fuerte tormenta llenó el Lago Conemaugh en Pennsylvania hasta que su represa finalmente cedió. Un muro de agua de 12 metros de alto y que se desplazaba a 64 kilómetros por hora se precipitó sobre el valle hacia la ciudad de Johnstown. El torrente cogió a su paso edificaciones, animales y seres humanos, lanzándolos estrepitosamente por el canal de desagüe. Cuando el lago se vació, los escombros cubrían un área de 121 kilómetros cuadrados y 2.209 personas perdieron la vida.
Al principio, pasmados ante la pérdida de sus posesiones y seres queridos, los sobrevivientes se sintieron impotentes. Pero más tarde, los líderes de la comunidad dieron discursos acerca de cómo los pobladores podían reconstruir la industria local y sus hogares. Esto actuó como un bálsamo sanador, y los sobrevivientes pusieron manos a la obra con energía. Johnstown fue reconstruida y hoy es una ciudad floreciente con una población de unos 28.000 habitantes.
La Biblia nos dice que cuando Noemí se desesperó por la pérdida de su esposo y sus hijos, su nuera Rut se negó a dejarla. En vez de ello, Rut se centró en Dios, sus relaciones y el futuro. Dios recompensó su fe proveyendo para ellas y haciendo de Rut una antepasada de Jesucristo (Mt. 1:5-16).
Después de una trágica pérdida, debemos mirar los recursos y relaciones que todavía quedan y confiar en que Dios los usará. Esto puede inspirar la esperanza de la reconstrucción de una nueva vida.
Nadie está sin esperanzas si su esperanza está en Dios.
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