Lectura: Juan 19:16-1
Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. --Lucas 23:43.
En los dos ladrones que crucificaron junto a Jesús vemos dos respuestas opuestas: uno blasfemó y el otro creyó (Lucas 23:39-42). Nos regocijamos por el que se convirtió y por las palabras que Cristo le dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (v.43). Ahora, igual que entonces, Jesús salva a los que se arrepienten verdaderamente. . . incluso «a último minuto».
Una de esas personas fue Lester Ezzell, el cual estaba en la Florida condenado a la pena de muerte. Cuando Curtis Oakes, su antiguo profesor de escuela dominical, viajó unos 1.200 km para visitarlo en prisión, Lester dijo: «Usted no se rinde, ¿verdad?» Aunque Lester todavía no quería escuchar el evangelio, Curtis le dio un Nuevo Testamento y lo apremió a que lo leyera.
Posteriormente, Lester escribió varias cartas a Curtis. La primera llevaba noticias de su conversión. Su última carta, escrita a principios de 1957, decía: «Para cuando usted reciba la presente me habrán quitado la vida. Habré pagado por el mal que hice. Pero quiero que sepa esto: con ese pequeño Testamento, y por la gracia de Dios, he llevado a 47 personas al conocimiento salvador de Jesucristo. Le doy las gracias por no darse por vencido conmigo.»
Cuando testificamos a otros acerca de Jesucristo, algunos podrían no arrepentirse hasta tarde en la vida. Así que nunca nos demos por vencido con nadie.
CUANDO CONOCES A CRISTO DESEAS QUE OTROS TAMBIÉN LO CONOZCAN
Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. --Lucas 23:43.
En los dos ladrones que crucificaron junto a Jesús vemos dos respuestas opuestas: uno blasfemó y el otro creyó (Lucas 23:39-42). Nos regocijamos por el que se convirtió y por las palabras que Cristo le dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (v.43). Ahora, igual que entonces, Jesús salva a los que se arrepienten verdaderamente. . . incluso «a último minuto».
Una de esas personas fue Lester Ezzell, el cual estaba en la Florida condenado a la pena de muerte. Cuando Curtis Oakes, su antiguo profesor de escuela dominical, viajó unos 1.200 km para visitarlo en prisión, Lester dijo: «Usted no se rinde, ¿verdad?» Aunque Lester todavía no quería escuchar el evangelio, Curtis le dio un Nuevo Testamento y lo apremió a que lo leyera.
Posteriormente, Lester escribió varias cartas a Curtis. La primera llevaba noticias de su conversión. Su última carta, escrita a principios de 1957, decía: «Para cuando usted reciba la presente me habrán quitado la vida. Habré pagado por el mal que hice. Pero quiero que sepa esto: con ese pequeño Testamento, y por la gracia de Dios, he llevado a 47 personas al conocimiento salvador de Jesucristo. Le doy las gracias por no darse por vencido conmigo.»
Cuando testificamos a otros acerca de Jesucristo, algunos podrían no arrepentirse hasta tarde en la vida. Así que nunca nos demos por vencido con nadie.
CUANDO CONOCES A CRISTO DESEAS QUE OTROS TAMBIÉN LO CONOZCAN
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