viernes, 12 de diciembre de 2008

MIGUEL CARDENAL

Lectura: Mateo 6:25-34
Mirad las aves del cielo . . . -Mateo 6:26
Rama a rama, el cardenal construyó un hogar en forma de tazón en el arbusto fuera de la ventana de mi oficina. Pronto puso un huevo y lo mantuvo abrigado hasta que éste empolló. A la avecita le puse el nombre de Miguel. Aunque era diminuto, tenía un apetito enorme. Sus padres trabajaban duro para mantenerlo alimentado y a salvo. En unos cuantos meses, Miguel estaba listo para dejar el nido, y yo estuve allí para presenciar el asombroso evento.
Cuando Miguel partió, lo mismo hicieron mamá y papá. El nido se mantuvo vacío hasta la primavera siguiente. Cuando mamá cardenal regresó, me sentí feliz de volver a verla, pero al mismo tiempo me entristecí. Habíamos vendido nuestra casa y me preocupaba que los nuevos dueños pudieran cortar el arbusto. Pero mi preocupación pronto se convirtió en asombro. Mientras desmantelaba mi oficina, mamá cardenal desmantelaba su nido. Para cuando nos fuimos, también lo hizo la familia cardenal. Los instintos que Dios le había dado a mamá cardenal le habían dicho que se mudara.
Esto trajo a mi mente otra lección de la naturaleza. Usando a las aves y a los lirios como ejemplos, Jesús instó a las personas a que no se preocuparan. Si Dios cuida de las aves, con toda seguridad cuidará de Su pueblo (Mateo 6:26-30).
Cuando la preocupación por nuestro propio bienestar nos trae sentimientos de ansiedad, podemos observar a las aves y tener la seguridad de nuestro valor para Dios y de Su cuidado por nosotros.
No tenemos que temer los peligros a nuestro alrededor porque los ojos del Señor siempre están sobre nosotros.

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