“Así que la fe viene por el oír y el oír de la palabra de Dios” Romanos 10:17.
Un día estaba sentado leyendo algunos pasajes de la escritura y me llamó mucho la atención leer varios pasajes relacionados a la fe y pareciera que varios personajes de la Biblia tuvieron diferentes grados de fe. Yo no se si la fe se puede medir o no, pero lo que si pude ver en esa ocasión fue diferentes tipos y grados de fe en alguna gente de la Biblia, como el caso del Centurión quién dijo al Señor que no era necesario que él fuera a la casa a sanar el siervo sino que solo dijera la palabra y ese criado sanaría. Antes esta expresión de firmeza del centurión, el Señor dijo: De cierto les digo, que ni aún en Israel he hallado alguien con tan grande fe.
En otra ocasión, una mujer extranjera persiguió a Jesús buscando en él paz y tranquilidad en medio de su problema. Jesús siguió caminando como si no la hubiese escuchado y luego le dijo en forma cortante, que él no había sido enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel y no sería justo darle la comida a los perros, (refiriéndose a los gentiles o no judíos). A esta mujer no la detuvo el contenido de esas palabras y expresó con fuerza: Si Señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de su Señor. A esta respuesta el Señor dijo: Oh, mujer, cuán grande es tu fe.
Estas historias me hacen reflexionar acerca de mi fe. Porque muchísimas veces yo me encuentro desilusionado por el silencio de Dios. Cuando mis oraciones no son contestadas yo intento rendirme y preguntar con desesperación, Por qué. Señor, Por qué. Qué puedo yo hacer para que mi fe no falte y se afiance más y más en el Señor? Pues la Biblia dice que la Fe viene por el oír y el oír de la palabra de Dios. Eso quiere decir que necesito buscar más y más en la Palabra de Dios la palabra específica que me sostiene en medio de los silencios de Dios.
Oh, Señor en este nuevo día yo quiero poner mi vida en tus manos y mi corazón afianzado en tu palabra. Hoy quieres darme un nuevo bautismo de fe y yo quiero sumergirme en ese bautismo. Se que lo que alimenta mi fe e ti, es tu palabra, porque en la palabra tu me hablas y me revelas tu corazón. Hoy, quiero tener el tiempo suficiente para recibir de ti el toque de tus palabras. Tus palabras que dan vida y fuerza a mi debilitado corazón. Amén.
Un día estaba sentado leyendo algunos pasajes de la escritura y me llamó mucho la atención leer varios pasajes relacionados a la fe y pareciera que varios personajes de la Biblia tuvieron diferentes grados de fe. Yo no se si la fe se puede medir o no, pero lo que si pude ver en esa ocasión fue diferentes tipos y grados de fe en alguna gente de la Biblia, como el caso del Centurión quién dijo al Señor que no era necesario que él fuera a la casa a sanar el siervo sino que solo dijera la palabra y ese criado sanaría. Antes esta expresión de firmeza del centurión, el Señor dijo: De cierto les digo, que ni aún en Israel he hallado alguien con tan grande fe.
En otra ocasión, una mujer extranjera persiguió a Jesús buscando en él paz y tranquilidad en medio de su problema. Jesús siguió caminando como si no la hubiese escuchado y luego le dijo en forma cortante, que él no había sido enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel y no sería justo darle la comida a los perros, (refiriéndose a los gentiles o no judíos). A esta mujer no la detuvo el contenido de esas palabras y expresó con fuerza: Si Señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de su Señor. A esta respuesta el Señor dijo: Oh, mujer, cuán grande es tu fe.
Estas historias me hacen reflexionar acerca de mi fe. Porque muchísimas veces yo me encuentro desilusionado por el silencio de Dios. Cuando mis oraciones no son contestadas yo intento rendirme y preguntar con desesperación, Por qué. Señor, Por qué. Qué puedo yo hacer para que mi fe no falte y se afiance más y más en el Señor? Pues la Biblia dice que la Fe viene por el oír y el oír de la palabra de Dios. Eso quiere decir que necesito buscar más y más en la Palabra de Dios la palabra específica que me sostiene en medio de los silencios de Dios.
Oh, Señor en este nuevo día yo quiero poner mi vida en tus manos y mi corazón afianzado en tu palabra. Hoy quieres darme un nuevo bautismo de fe y yo quiero sumergirme en ese bautismo. Se que lo que alimenta mi fe e ti, es tu palabra, porque en la palabra tu me hablas y me revelas tu corazón. Hoy, quiero tener el tiempo suficiente para recibir de ti el toque de tus palabras. Tus palabras que dan vida y fuerza a mi debilitado corazón. Amén.
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