jueves, 27 de noviembre de 2008

LA AMABIDAD DE LOS EXTRAÑOS

Lectura: Filipenses 2:1-8
No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. —Hebreos 13:2
Durante un vuelo a Surabaya, Indonesia, para una conferencia bíblica, las azafatas trajeron el servicio de comidas. Acababa de comer en el aeropuerto de Singapur, así que decliné, y pedí tan sólo un refresco. El hombre indonesio que estaba a mi lado, un extraño, estaba visiblemente preocupado.
Me preguntó si me sentía bien, y le aseguré que lo estaba. Luego me preguntó si tal vez la comida no me parecía apetecible. Le respondí que simplemente no tenía hambre. Luego me sorprendió ofreciéndome su propia comida, pensando que si la probaba tal vez de hecho me gustaría. Lo hizo de una manera tan amable y auténtica que obviamente fue una expresión de su preocupación por mi bienestar.
En un mundo egocéntrico donde estamos acondicionados a buscar nuestros propios intereses por encima y más allá de todo y todos los demás, tal amabilidad fue algo inesperado. El sencillo gesto del hombre mostró un tipo de corazón y de conjunto de valores diferentes. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a servir como modelos de una actitud contra-cultural similar hacia la vida (Fil. 2:1-8).
En Hebreos 13:2 leemos: «No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles». Qué mejor manera de representar a Cristo que con amabilidad —incluso a los extraños.
La amabilidad es un regalo que cualquiera puede dar.

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