lunes, 3 de noviembre de 2008

HERIDAS QUE PRODUCEN SANIDAD

Lectura: 2 Corintios 1:1-7
[Dios] nos consuela . . . para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación. —2 Corintios 1:4
Hace años pasé por una época de dolorosa pérdida emocional. Un amigo misionero que había experimentado una situación similar me consoló y luego me ofreció estas palabras: «En el futuro, Cristo puede usar tus heridas emocionales para ayudar a sanar a otros». Posteriormente, en un viaje de visita a una escuela de capacitación misionera, el lugar donde me hospedé tenía un retrato de las manos de Jesús atravesadas por clavos. Debajo de éste, sobre un atril, estaba la partitura del himno «Él me tocó».
Rara vez he experimentado una cadena de circunstancias que me hablaran de manera tan vívida con respecto a la situación en que me encontraba. En Su providencia llena de gracia, Dios las usó para consolarme y dirigirme. Se hizo evidente que la sanidad fluye desde las manos heridas de Jesús y que nuestras heridas pueden ayudar a los demás.
En retrospectiva, he aprendido cómo el consuelo de Dios en el sufrimiento puede construir puentes para aquellos que están sufriendo. Pablo explicó esto con gran claridad: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios» (2 Co. 1:3-4).
¿Le estás llevando tu dolor emocional a Dios? Su sanidad espiritual puede ayudarte a brindar consuelo a los demás, así como, por medio de Cristo, mi amigo me consoló a mí.
Cristo se quebrantó por nosotros para consolar a los quebrantados entre nosotros.

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