jueves, 23 de octubre de 2008

DEBEMOS HACER LO MEJOR

“Venid, benditos de mi Padre…” (Mateo 25:34)
Zig Ziglar, especialista en motivación, cuenta que cuando era un niño, su madre le mandó abrir dos filas con una azada, para plantar fréjol. Tenía cerca de ocho años de edad. Mostró exactamente como quería que él hiciese y le habló: “cuando usted termine de colocar los fréjoles, llámame para que venga a examinar si todo está correcto”.
cuando finalmente él terminó el trabajo, siguiendo las instrucciones dadas por la madre, él la llamó para verificar su trabajo. Cuando ella llegó al local, balanceó la cabeza de un lado para otro y dijo al hijo: “Bien, querido, creo que usted va a tener que repetir su tarea. Para la mayoría de los niños estaría bueno, pero usted no es la mayoría de los niños, es mi hijo. Y mi hijo puede hacer mejor de lo que eso”.
¿Nos hemos contentado con lo razonable? ¿Nos ponemos satisfechos con una vida sin brillo, sin objetivos, sin sueños? ¿Conformamos fácilmente con el mínimo sin empeñarnos en buscar la excelencia en lo vivir?
Necesitamos entender qué no somos insignificantes, ni un número cualquiera en una relación existente. Somos hijos del Dios Altísimo, herederos del Cielo de gloria. El Señor nos garantizó que seríamos siempre más que vencedores y no debemos contentar nos sino con nuestro mejor esfuerzo.
Necesitamos empeñar nos en ofrecer lo máximo, no por vanidad o para conquistar notoriedad, pero para exaltar el nombre de Jesús y para glorificar nuestro Padre celestial.
como hijos de Dios hemos de prestar testimonio la transformación operada por el Espíritu Santo; Hemos que demostrar amor y alegría, esperanza y fe. Debemos cantar en vez de murmurar, levantarnos después de un fracaso y jamás desalentarnos, tener siempre una palabra de consuelo para aquéllos que, postrados, no encuentran fuerzas para seguir adelante.
Dios nos dice con amor:
“Tu no eres una persona cualquiera, es mi hijo. Debes hacer siempre lo mejor.”

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