Lectura: Génesis 47:1-10
. . . Jacob respondió a Faraón: . . . pocos y malos han sido los años de mi vida. . . . --Génesis 47:9.
La vida de Jacob estaba llena de pruebas. Y así como le pasó al viejo patriarca, nos pasa también a nosotros. La vida golpea y nos restringe, hace exigencias de nosotros que no queremos soportar. No obstante, hasta el sufrimiento más injusto, inmerecido y sin sentido es una oportunidad de responder de una forma que nuestro Señor puede usar para hacernos a su propia semejanza. Podemos regocijarnos en nuestras pruebas porque sabemos que la adversidad está obrando para hacernos "perfectos y completos, sin que [nos] falte nada" (Santiago 1:3-4). Pero esto toma tiempo.
Queremos una solución rápida, pero no hay atajos que puedan lograr el propósito final de Dios para nosotros. La única forma de parecernos más a Cristo es sometiéndonos cada día a las condiciones que Dios trae a nuestra vida. A medida que aceptamos su voluntad y nos sometemos a sus caminos, su santidad se hace nuestra. Poco a poco, pero inexorablemente, el Espíritu de Dios comienza a hacernos hombres y mujeres más amables, más benignos; más resistentes, más fuertes, más seguros y sensibles. El proceso es misterioso e inexplicable, pero es la manera de Dios de dotarnos de gracia y belleza. El progreso es inevitable.
Como lo dice Ruth Bell Graham, que Dios nos dé gracia "para soportar el calor de la llama limpiadora, que no nos amarguemos por nuestra suerte, sino que estemos a la altura de lo que nos toca de sufrimiento y sigamos siendo dulces, en el nombre de Jesús".
. . . Jacob respondió a Faraón: . . . pocos y malos han sido los años de mi vida. . . . --Génesis 47:9.
La vida de Jacob estaba llena de pruebas. Y así como le pasó al viejo patriarca, nos pasa también a nosotros. La vida golpea y nos restringe, hace exigencias de nosotros que no queremos soportar. No obstante, hasta el sufrimiento más injusto, inmerecido y sin sentido es una oportunidad de responder de una forma que nuestro Señor puede usar para hacernos a su propia semejanza. Podemos regocijarnos en nuestras pruebas porque sabemos que la adversidad está obrando para hacernos "perfectos y completos, sin que [nos] falte nada" (Santiago 1:3-4). Pero esto toma tiempo.
Queremos una solución rápida, pero no hay atajos que puedan lograr el propósito final de Dios para nosotros. La única forma de parecernos más a Cristo es sometiéndonos cada día a las condiciones que Dios trae a nuestra vida. A medida que aceptamos su voluntad y nos sometemos a sus caminos, su santidad se hace nuestra. Poco a poco, pero inexorablemente, el Espíritu de Dios comienza a hacernos hombres y mujeres más amables, más benignos; más resistentes, más fuertes, más seguros y sensibles. El proceso es misterioso e inexplicable, pero es la manera de Dios de dotarnos de gracia y belleza. El progreso es inevitable.
Como lo dice Ruth Bell Graham, que Dios nos dé gracia "para soportar el calor de la llama limpiadora, que no nos amarguemos por nuestra suerte, sino que estemos a la altura de lo que nos toca de sufrimiento y sigamos siendo dulces, en el nombre de Jesús".
DIOS A MENUDO VACÍA NUESTRAS MANOS PARA LLENAR NUESTRO CORAZÓN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario