viernes, 12 de septiembre de 2008

EL BUEY MUDO

Lectura: 1 Samuel 16:1-7
. . . el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón. --1 Samuel 16:7.
Cuando Tomás de Aquino comenzó a asistir a la Universidad de París en el siglo XIII, raras veces hablaba en voz alta en clase. Sus compañeros de clase pensaron que su silencio significaba que no era muy inteligente, así que le pusieron el apodo de "buey mudo".
Sus compañeros deben haberse sorprendido cuando vieron que sobresalió en sus estudios y que escribió grandes obras de teología que todavía hoy se usan. Tomás de Aquino fue un genio a quien juzgaron mal.
¿Cómo pudieron equivocarse tanto sus compañeros de clase? Lo juzgaron únicamente por su apariencia exterior. En realidad no sabían cómo era él por dentro.
Dios había dicho al profeta Samuel que ungiera a un nuevo rey para que gobernara a su pueblo Israel. David el pastorcito no parecía ser material de realeza. Su juventud no estaba a la altura de la edad y la estatura de Eliab, su hermano mayor (1 Samuel 16:6). No obstante, el Señor corrigió la percepción original de Samuel (1 Samuel 16:7). David llegaría a convertirse en un gran guerrero, y también en el gobernante escogido por Dios para regir a su pueblo (1 Samuel 13:14; 18:8; 2 Samuel 17:1-17).
Cuando te sientas tentado a juzgar a alguien por su apariencia exterior, recuerda a Tomás de Aquino y al rey David. Para Dios, lo que importa es el corazón.
LA VERDADERA MEDIDA DE UNA PERSONA ES LO QUE HAY EN EL CORAZÓN.

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