Lectura: Marcos 6:45-52
. . . fue hacia ellos andando sobre el mar. . . . --Marcos 6:48.
Cuando un helicóptero se estrelló en un área desértica fría y montañosa, los pilotos sobrevivieron, pero se lesionaron gravemente. La fría tarde se convirtió en una noche incluso más helada. La situación parecía irremediable. . . hasta que apareció un helicóptero de rescate con sus luces de búsqueda iluminando la oscuridad. Alcanzó a ver los restos del helicóptero, aterrizó cerca, y los llevó a un lugar seguro.
"¿Cómo supieron dónde estábamos?" --preguntó uno de los hombres heridos.
"Por el dispositivo direccional de su aeronave --dijeron los rescatadores--. Se puso en marcha automáticamente cuando ustedes cayeron. Todo lo que tuvimos que hacer fue seguirlo."
Los discípulos de Jesús también experimentaron el gozo de ser rescatados. Habían estado luchando mientras remaban en su barca contra el viento y las olas en la oscuridad de la noche en el mar de Galilea (Marcos 6:45-47). Entonces Jesús fue a ellos, andando sobre el agua, y calmó el mar (vv.48-51).
Nosotros podríamos experimentar momentos similares cuando todo es oscuro y presagioso. No podemos ayudarnos a nosotros mismos, y parece que nadie más puede tampoco. Nadie sabe lo aterrorizados y exhaustos que estamos. Nadie, excepto Jesús.
Cuando estamos atrapados, heridos, solos o desanimados, Jesús lo sabe. Nuestros clamores de aflicción son rayos de luz que lo traen a nuestro lado. . . justo cuando más lo necesitamos.
. . . fue hacia ellos andando sobre el mar. . . . --Marcos 6:48.
Cuando un helicóptero se estrelló en un área desértica fría y montañosa, los pilotos sobrevivieron, pero se lesionaron gravemente. La fría tarde se convirtió en una noche incluso más helada. La situación parecía irremediable. . . hasta que apareció un helicóptero de rescate con sus luces de búsqueda iluminando la oscuridad. Alcanzó a ver los restos del helicóptero, aterrizó cerca, y los llevó a un lugar seguro.
"¿Cómo supieron dónde estábamos?" --preguntó uno de los hombres heridos.
"Por el dispositivo direccional de su aeronave --dijeron los rescatadores--. Se puso en marcha automáticamente cuando ustedes cayeron. Todo lo que tuvimos que hacer fue seguirlo."
Los discípulos de Jesús también experimentaron el gozo de ser rescatados. Habían estado luchando mientras remaban en su barca contra el viento y las olas en la oscuridad de la noche en el mar de Galilea (Marcos 6:45-47). Entonces Jesús fue a ellos, andando sobre el agua, y calmó el mar (vv.48-51).
Nosotros podríamos experimentar momentos similares cuando todo es oscuro y presagioso. No podemos ayudarnos a nosotros mismos, y parece que nadie más puede tampoco. Nadie sabe lo aterrorizados y exhaustos que estamos. Nadie, excepto Jesús.
Cuando estamos atrapados, heridos, solos o desanimados, Jesús lo sabe. Nuestros clamores de aflicción son rayos de luz que lo traen a nuestro lado. . . justo cuando más lo necesitamos.
JESÚS ESCUCHA HASTA EL MÁS LEVE CLAMOR DE AYUDA.
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