sábado, 23 de agosto de 2008

DI LA PALABRA

Lectura: Salmo 14
Todos se han desviado, a una se han corrompido. . . . --Salmo 14:3.
La gente raras veces usa ya la palabra pecado. Cuando hacemos algo malo decimos que nos hemos "comportado de manera inapropiada" o que hemos cometido "un error táctico", o una "equivocación". Puede que hasta digamos: "He hecho algo malo." Parece que la gente ha llegado a creer en su propia bondad innata.
Hacemos eso a pesar de la abrumadora evidencia física y espiritual que indica lo contrario. En el momento en que escribo esto, hay un genocidio rampante en Sudán. En Bosnia y Ruanda se han soportado increíbles atrocidades. ¿Quién puede olvidar los campos de matanzas de Camboya? ¿Y los millones de bebés que no pudieron nacer en los Estados Unidos porque se mataron en nombre de la comodidad? El mal no ha desaparecido de la faz de la tierra.
Como seguidores de Cristo debemos resistir firmemente los esfuerzos de nuestro mundo por reducir al mínimo la realidad del pecado. Debemos estar de acuerdo con Dios en que "no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno" (Salmo 14:3).
Reconocer los pecados de las naciones es más fácil que admitir nuestro propio pecado personal. Pero necesitamos confesar los pecados específicos que cometemos contra nuestro Dios santo. "Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros" (1 Juan 1:10).
Llama pecado a tu pecado y confiésalo delante de Dios.
LA SANGRE DE CRISTO PUEDE LIMPIAR TODO PECADO, PERO NO PUEDE HACER NADA PARA PERDONAR UNA EXCUSA.

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