Lectura: 1 Corintios 12:12-31
. . . los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios. --1 Corintios 12:22.
A un visitante le estaban mostrando una colonia de leprosos en la India. Al medio día sonó una campana llamando a la gente para comer. Llegaron al comedor personas de todas partes del complejo. De repente se llenó el ambiente de risas. Dos jóvenes, uno montado sobre el lomo del otro que jugaban a ser caballo y jinete, se estaban divirtiendo mucho.
Mientras el visitante observaba vio que el hombre que llevaba a su amigo era ciego, y el que iba sobre él era cojo. El que no podía ver usaba el pie del otro; y el que no podía caminar usaba los ojos de su amigo. Juntos se ayudaban mutuamente y al mismo tiempo sentían un gran gozo al hacerlo.
Imagínate una iglesia así, adonde cada miembro use su punto fuerte para compensar la debilidad del otro. Eso es lo que debería suceder en todas las congregaciones de creyentes. Pablo comparó los dones espirituales con las diferentes partes del cuerpo humano. Los ojos ven. Los oídos oyen. Las manos trabajan. Los pies mueven el cuerpo hacia adelante. Todos son esenciales. Y cuando cada uno cumple su función, el cuerpo entero se beneficia.
Todos tenemos debilidades, pero también tenemos puntos fuertes. El Espíritu de Dios nos ha dotado a cada uno de nosotros para bien de la Iglesia. Nos necesitamos los unos a los otros. En la Iglesia, no hay don nadie.
NINGÚN SERVICIO PARA CRISTO ES INSIGNIFICANTE.
. . . los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios. --1 Corintios 12:22.
A un visitante le estaban mostrando una colonia de leprosos en la India. Al medio día sonó una campana llamando a la gente para comer. Llegaron al comedor personas de todas partes del complejo. De repente se llenó el ambiente de risas. Dos jóvenes, uno montado sobre el lomo del otro que jugaban a ser caballo y jinete, se estaban divirtiendo mucho.
Mientras el visitante observaba vio que el hombre que llevaba a su amigo era ciego, y el que iba sobre él era cojo. El que no podía ver usaba el pie del otro; y el que no podía caminar usaba los ojos de su amigo. Juntos se ayudaban mutuamente y al mismo tiempo sentían un gran gozo al hacerlo.
Imagínate una iglesia así, adonde cada miembro use su punto fuerte para compensar la debilidad del otro. Eso es lo que debería suceder en todas las congregaciones de creyentes. Pablo comparó los dones espirituales con las diferentes partes del cuerpo humano. Los ojos ven. Los oídos oyen. Las manos trabajan. Los pies mueven el cuerpo hacia adelante. Todos son esenciales. Y cuando cada uno cumple su función, el cuerpo entero se beneficia.
Todos tenemos debilidades, pero también tenemos puntos fuertes. El Espíritu de Dios nos ha dotado a cada uno de nosotros para bien de la Iglesia. Nos necesitamos los unos a los otros. En la Iglesia, no hay don nadie.
NINGÚN SERVICIO PARA CRISTO ES INSIGNIFICANTE.
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