domingo, 22 de junio de 2008

UNA CAMINATA POR EL BOSQUE

Lectura: Romanos 6:11-14
. . . no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias. --Romanos 6:12.
Un amigo me escribió acerca de ciertas «reservas» que había en su vida, áreas de pecado secreto que él se reservaba para sí y a las que se retiraba con frecuencia.
Estas «reservas» son como los grandes trechos de desierto que hay en Idaho, mi estado natal. Puede sonar emocionante vagar solo por esas regiones indómitas, pero es peligroso.
De la misma forma, cada incursión que uno hace en el pecado tiene su precio. Sacrificamos nuestra cercanía a Dios y perdemos su bendición (Salmo 24:1-5), y perdemos nuestra influencia sobre los demás que viene de la pureza de la mente y el cuerpo (1 Timoteo 4:12).
Las áreas salvajes que hay en nosotros puede que nunca sean totalmente domadas, pero podemos establecer límites que nos impidan vagar por ellas. Uno de esos límites es recordar que estamos muertos al poder del pecado (Romanos 6:1-14). No tenemos que ceder a él.
El segundo límite es resistir la tentación cuando nos atraiga por primera vez. La tentación inicial puede no ser fuerte, pero si la entretenemos, con el tiempo gana poder y nos abruma.
El tercer límite es la rendición de cuentas. Busque a alguien que se comprometa a preguntarle todas las semanas: «¿Has dado una "caminata por el bosque"? ¿Has ido adonde no debías ir?»
La impureza es destructiva, pero si anhelamos santidad y pedimos ayuda a Dios, Él nos dará la victoria. ¡Sigue adelante!
¡CUIDADO! MIENTRAS MÁS CONTEMPLAS LA TENTACIÓN MEJOR SE VE.

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