Lectura: Filemón
Y si te ha perjudicado en alguna forma, o te debe algo, cárgalo a mi cuenta. --Filemón v.18.
Cuando yo era muchacho veía a mi papá haciendo cheques y deseaba poder hacer lo mismo. Lo que no sabía es que tenía que haber dinero en una cuenta que los respaldara.
El apóstol Pablo nunca hizo un cheque, pero tenía una cuenta lo suficientemente buena como para pagar una deuda insólita si hubiera sido necesario. Se refirió a esto en su Carta a Filemón, un cristiano adinerado cuyo esclavo, Onésimo, había escapado y podía haber robado algo de dinero a su amo.
En la providencia de Dios, Onésimo conoció a Pablo en Roma y se hizo seguidor de Cristo. Acordaron que lo correcto era que él regresara a su amo. Pablo escribió una carta a Filemón (la que lleva su nombre) pidiéndole que recibiera a Onésimo como a un hermano y asegurándole que él mismo pagaría cualquier deuda que Onésimo tuviera.
Ese es un cuadro de lo que sucede en la salvación. Como pecadores tenemos una enorme deuda, pero Jesús se ocupó de ella. Gracias a su vida sin pecado, tiene recursos de justicia ilimitados. Y al morir por nosotros pagó la pena por nuestro pecado. Ahora podemos beneficiarnos de ese pago por fe. Como dijo Martín Lutero: «Todos somos sus Onésimos.» Si ponemos nuestra confianza en Cristo como Salvador, nuestros pecados van a su cuenta y somos libres por toda la eternidad. ¡Alabado sea Dios!
CRISTO PAGÓ UNA DEUDA QUE NO TENÍA PARA SALDAR UNA CUENTA QUE NOSOTROS NO PODÍAMOS PAGAR.
Y si te ha perjudicado en alguna forma, o te debe algo, cárgalo a mi cuenta. --Filemón v.18.
Cuando yo era muchacho veía a mi papá haciendo cheques y deseaba poder hacer lo mismo. Lo que no sabía es que tenía que haber dinero en una cuenta que los respaldara.
El apóstol Pablo nunca hizo un cheque, pero tenía una cuenta lo suficientemente buena como para pagar una deuda insólita si hubiera sido necesario. Se refirió a esto en su Carta a Filemón, un cristiano adinerado cuyo esclavo, Onésimo, había escapado y podía haber robado algo de dinero a su amo.
En la providencia de Dios, Onésimo conoció a Pablo en Roma y se hizo seguidor de Cristo. Acordaron que lo correcto era que él regresara a su amo. Pablo escribió una carta a Filemón (la que lleva su nombre) pidiéndole que recibiera a Onésimo como a un hermano y asegurándole que él mismo pagaría cualquier deuda que Onésimo tuviera.
Ese es un cuadro de lo que sucede en la salvación. Como pecadores tenemos una enorme deuda, pero Jesús se ocupó de ella. Gracias a su vida sin pecado, tiene recursos de justicia ilimitados. Y al morir por nosotros pagó la pena por nuestro pecado. Ahora podemos beneficiarnos de ese pago por fe. Como dijo Martín Lutero: «Todos somos sus Onésimos.» Si ponemos nuestra confianza en Cristo como Salvador, nuestros pecados van a su cuenta y somos libres por toda la eternidad. ¡Alabado sea Dios!
CRISTO PAGÓ UNA DEUDA QUE NO TENÍA PARA SALDAR UNA CUENTA QUE NOSOTROS NO PODÍAMOS PAGAR.
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