miércoles, 11 de junio de 2008

DEUDORES ETERNOS

Lectura: Salmo 23
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días. --Salmo 23:6.
De vez en cuando es bueno pasar unos momentos en silencio mirando atrás en nuestras vidas para repasar lo endeudados que estamos con Dios por su bondad y misericordia. Claro que no existen dos historias personales que sean iguales. Sin embargo, todos podemos hacer eco de las palabras de David, el poeta rey, en el Salmo 23:6. David escribió: «Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida.» Si estamos confiando en Jesucristo, esas pocas palabras resumen toda nuestra experiencia en la vida.
La bondad de Dios imparte lo que no merecemos; su misericordia retiene lo que sí merecemos. En tiempos de dolor y tristeza, nuestro Padre celestial suple fielmente nuestras necesidades, consuela nuestros corazones, y nos da fortaleza para llevar nuestras cargas. Aunque somos creyentes, todavía pecamos y no cumplimos con las normas establecidas por su Hijo Jesucristo. No obstante, Él sigue derramando su perdón en nuestras almas cuando confesamos nuestros pecados. Tal vez pensemos que somos personas decentes, pero aún debemos admitir que «hemos dejado de hacer aquellas cosas que debíamos haber hecho, y hemos hecho cosas que no debimos haber hecho» The Book of Common Prayer [El libro de la oración común].
Que la gratitud llene continuamente nuestros corazones porque el bien y la misericordia de Dios nos seguirán hasta que lleguemos a la gloria. Tenemos una deuda eterna con Él.
PUESTO QUE DIOS NOS LO DA TODO, LE DEBEMOS TODA NUESTRA ALABANZA.

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